El tráfico no sólo provoca molestias en los ciudadanos con motivo de los atascos, sino que también repercute directamente en su salud y descanso. Un 44% de los vigueses está expuesto por la noche al ruido generado por la circulación rodada con una intensidad superior a los 50 decibelios, que causa problemas para conciliar el sueño. Así lo revela un estudio elaborado por el Sistema de Información sobre Contaminación Acústica, organismo dependiente del Ministerio de Medio Ambiente.

El informe muestra que el tráfico es el principal problema de ruido en la ciudad, siendo más acusado entre las once de la noche y las siete de la mañana, ya que en este periodo son perjudiciales para la salud los sonidos por encima de los 45 decibelios y durante el día la cifra límite se eleva a 55. El ferrocarril y la industria apenas generan contaminación acústica.

Tomando como referencia el ruido de la circulación durante el día, las zonas más perjudicadas son Freixeiro, con más de un 75% de la población afectada, y le siguen Coia y el centro de Vigo, donde entre el 50 y el 75 por ciento de sus vecinos sufren el molesto sonido de los vehículos. Luego se sitúan Teis, Lavadores, Cabral, Sárdoma, Castrelos, San Andrés de Comesaña, Navia y Bouzas. La única zona que mantiene niveles por encima de los 65 decibelios, intensidad con la que resulta extremadamente difícil mantener una conversación según establece la Organización Mundial de la Salud, es Freixeiro, debido al ruido provocado por el tráfico de Gran Vía y la avenida de Castrelos.

En términos generales, alrededor de un 5% de los vigueses, es decir, unos 15.000 habitantes, están expuestos a niveles superiores a 75 decibelios, lo que produce sordera a largo plazo.

Los centros docentes no se libran de la molestia que genera la circulación en el oído. De los 91 estudiados, 33 soportan en su fachada niveles sonoros durante el día por encima de los 65 decibelios. Los alumnos de cuatro de ellos incluso aguantan ruidos que desembocan en pérdidas de oído a largo plazo.

Efectos negativos

Estar expuesto a sonidos elevados pasa factura. Según explica el otorrino del CHUVI Alonso Párraga, "la contaminación acústica genera estrés, que termina en trastornos digestivos y también psíquicos, como la irritabilidad". "Tenemos más prisa, respetamos poco los pasos de peatones, el conductor tiene más ansiedad", añade. Indica que el ruido más insoportable es el intermitente, como es el caso del tráfico, y sobre todo por la noche. "No descansamos y eso luego se nota", finaliza Párraga.