La seguridad de las transfusiones en los bancos de sangre españoles y de ciudades de todo el mundo como Bristol, Amsterdam, Praga o Cambridge, entre muchas otras, es mayor desde que cuentan con los biochips de ADN de Progenika, la empresa fundada por el pontevedrés Laureano Simón. El bloodchip permitirá además que estos centros manejen "una batería" de veinte subtipos en lugar de los cuatro habituales para garantizar la compatibilidad. Un logro que la asciende, según la prestigiosa revista "Science", a la categoría de líder en el sector.

Sus diseños son utilizados por sistemas sanitarios internacionales y la firma prevé alcanzar una cifra de negocio de doscientos millones de euros en 2012. Otro de sus productos, el lipochip, el único subvencionado en España, permite diagnosticar de forma definitiva el colesterol hereditario, que carece de tratamiento en un 80% de casos.

Simón asegura que los negocios no figuraban entre sus planes mientras estudiaba Farmacia en Santiago, pero en su camino se cruzó el profesor Simon Santacruz, su jefe en el Instituto de Investigación de Cultivos de Escocia (SCRI) y el otro creador de Progenika.

Hasta ese momento, el pontevedrés había recibido una beca de la Fundación Pedro Barrié de la Maza para realizar una estancia en la Universidad de Wisconsin-Madison y, a su regreso, trabajó y leyó su tesis en el Centro Nacional de Biotecnología del CSIC.

"Después me fui a Escocia como científico contratado. Se estaba lanzando la revolución genómica y Santacruz me planteó crear una empresa", relata.

Su mujer es del País Vasco, por lo que probó suerte allí. "Vine a hacer un tanteo y la receptividad tanto del sector privado como de la Administración fue muy buena", destaca.

Simón subraya el carácter emprendedor del empresariado vasco: "Cuando expusimos el proyecto al presidente de un grupo de automoción nos dijo ´No he entendido nada, pero decidme cuánto dinero necesitáis´. Y también entraron sus amigos".

Un total de 135 trabajadores integran hoy Progenika, cuyos chips responden siempre "a una necesidad clínica". Su próxima contribución será una serie de productos para predecir la respuesta a distintos tratamientos de pacientes con artritis reumatoide, osteoporosis o fibromialga: "Se trata de mejorar su calidad de vida. Es medicina personalizada".

La central del Parque Tecnológico de Zamundio cuenta con otra planta en Cambridge y están a punto de abrir otras dos en Monterrey (Mexico) y Dubai. El país árabe ya cuenta con bloodchips y la empresa trabaja en una herramienta que detecte la talasermia, un grupo de enfermedades sanguíneas hereditarias muy frecuentes en la zona y que obligan a continuas transfusiones.

"No sólo vamos a los países a a comercializar unos productos y hacer negocio, sino que desarrollamos diseños específicos", explica el científico gallego, quien destaca el "mercado emergente" que supone Dubai para la biotecnología. "Es el modelo cubano de sanidad, que formó a generaciones de doctores de todo el cono sur. Ellos quieren ser la referencia en todo Oriente medio y norte de África. Están construyendo una Ciudad de la Salud y son terriblemente ambiciosos", comenta.

Universidad y empresa

Simón Buela asegura que "todavía hay una cantidad de conocimiento brutal en los laboratorios desaprovechada", pero insta a incentivar la transferencia. "El sistema está mal engranado y engrasado. A la gente de la Universidad le pagan para investigar, pero no le pagan ni incentivan para que sus estudios sirvan de algo. Hay que dar más facilidades a los profesores para que creen empresas y cambiar la mentalidad. Somos muy altruistas y parece que no queremos ganar dinero. Es una pena porque Universidad y empresa pueden ir de la mano".

El científico reconoce que las ayudas del Gobierno se han hecho "más reales" en los dos últimos años, pero echa de menos el carácter emprendedor de los jóvenes. "Tampoco se les anima. Parece que es como una salida de segunda división, pero es satisfactoria desde el punto de vista intelectutal y, si además ganas dinero, es la pera", concluye entre risas.