La estrategia de la ministra frente al discurso del experto que señala sin tapujos las debilidades de su plan. El campus acogió ayer un debate, aunque con horas de diferencia, entre Elena Espinosa y Pedro Arrojo durante la primera sesión del ciclo sobre Política del Agua en España, dentro del foro Universium.

La titular de Medio Ambiente inauguró las jornadas, patrocinadas por el Parlamento, acompañada de su presidenta, Dolores Villarino, y el rector Alberto Gago. Más de una hora después, el economista y físico, que ha trabajado como asesor de la UE y es miembro fundador de la Fundación Nueva Cultura del Agua, puntualizaba sus palabras.

Ambos disertaron sobre la aplicación en España de la directiva europea sobre el agua, que marca 2015 como año límite para la puesta en marcha de nuevas políticas. La "radicalidad" de esta ley es que ya no se trata de gestionar recursos, sino de recuperar ecosistemas, destacó Arrojo.

El profesor, que vivió en Teis hace años, confesó que la exposición de la ministra había contribuido a mitigar su temor a una involución en medio ambiente tras la "abducción" de aquel ministerio en el de Agricultura, pero criticó propuestas como la modernización de regadíos.

Espinosa subrayó que gracias a este plan, puesto en marcha en la anterior legislatura y con una inversión de dos mil millones de euros, se habían ahorrado mil doscientos hectómetros cúbicos de agua, "el equivalente al derogado trasvase del Ebro".

Pero la réplica fue tajante: "Falta valentía política para recuperar el control del caudal que se ahorra. El agricultor recibe ayuda del Estado para modernizar su instalación y se queda con todo el agua. No vale con modernizar la eficiencia".

Y Arrojo puso como ejemplo el caso de Almería, con "la gestión más eficiente de Europa" y una media de tres toneladas de agua por persona al día. "Hay 27.000 hectáreas de regadío bajo plástico, equivalentes a 50.000 campos de fútbol, además de jardines británicos por millares y campos de golf. Estamos matando eficientemente al planeta", lamentó.

Tildó de "burrada" la existencia de cuatro millones de hectáreas de regadío en España y fue más allá pidiendo la reconversión de la agricultura. "Me temo que esto no lo hará ningún gobierno, ni de izquierda ni de derechas, y será la vida misma la que se encargará de ello. Pero será un cambio sin amortiguadores", advirtió.

La ministra también se refirió a los proyectos de su departamento para gestionar las sequías e inundaciones. Recalcó que, "por primera vez" , el año 2007 se cerró sin ningún corte de abastecimiento y que las presas y embalses están siendo sustituidos por infraestructuras de menor impacto.

El próximo reto, añadió, es el plan de inundaciones, que prevé esté totalmente operativo en 2012 y que reducirá en un 25% los cien millones de euros que abona cada año el Estado en concepto de indemnizaciones.

El profesor Arrojo calificó los trasvases de "mala herramienta" para la sequía y de "clamor de desgobierno" la existencia de más de un millón de pozos ilegales y 40.000 invasiones del dominio público hidráulico que agravan las inundaciones. Apostó por la "ecohidrología" frente a la "chulería tecnológica" que se impone a los cauces.

Escasez

Abogó asimismo por introducir la economía en la gestión de la demanda y por un sistema de tarifas crecientes que penalice al que más consume. "Hay que distinguir el agua-ciudadanía, que la Administración debe garantizar, del agua-economía, que es donde aparece la escasez. ¿Por qué vamos a pagar con dinero público el derecho de otro a ser más rico construyendo un campo de golf o con su industria?", se preguntó.

Arrojo reclamó la entrada de economistas en las confederaciones hidrográficas y reprochó a Zapatero que haya permitido que las administraciones "se miren el ombligo". "Cuando las cuencas son interregionales la competencia debe ser del Gobierno", dijo. En este sentido, lo que pase en el Miño, añadió, "también es responsabilidad de los españoles" y los portugueses "deberían opinar sobre un posible trasvase en el Tajo".

Arrojo y la ministra remarcaron otra de las obligaciones de la directiva europea, la participación ciudadana. Espinosa habló de pacto social y el profesor matizó que la gente debía ser convocada antes de que se inicie un plan y "no sacar cajones de información después".