La tradición y el homenaje a los seres queridos fallecidos le ganan la partida a la crisis económica. Puede más el recuerdo en memoria de los que ya no están aquí que el bolsillo y las estrecheces del día a día por llegar a fin de mes. Por lo menos es así en el cementerio de Pereiró, donde miles de ramos de flores y centros decoraban las tumbas y los nichos dándole al camposanto un contradictorio alegre aspecto de jardín multicolor.

Como cada año, la celebración de Todos los Santos llenó el recinto de miles de personas que no quisieron perder la ocasión de adecentar las tumbas de sus familiares o amigos ya fallecidos. Y, según el dicho popular, "un día es un día" por lo que fueron muy pocos los que escatimaron en gastos a la hora de comprar ramos para decorar los nichos, aunque sí se midieron un poco más en la adquisición de velas y cirios.

La entrada del cementerio de Pereiró, al igual que las del resto de los camposantos de la ciudad, fue un continuo ir y venir de gente, de familias enteras que quisieron, con su visita, recordar a los que ya no están. Un trasiego constante que se tradujo, como cada año, en un duro día de trabajo para las ocho floristas que tienen sus puestos en los accesos al camposanto y que no paraban de vender ramos, hacer centros y entregar los encargos que los clientes habituales más previsores habían realizado en los días anteriores.

Tanto María Eugenia Comesaña como Marina Hermida resaltan que no notan la crisis económica. "La gente viene igual, gasta más o menos lo mismo porque para esto no se escatima el dinero, por lo menos aquí", asegura María Eugenia, que lleva toda la vida en un puesto que ya regentaba su abuela. Indica también que los clientes habituales siguen visitando el cementerio "como siempre y en estas fechas igual compran flores un poquito más caras".

Por ello, resalta que las ventas, "sobre todo ayer", en alusión al viernes, han sido "muy buenas" y apunta al crisantemo como la flor más demandada.

Marina, que detalla entre risas que nació "aquí, entre las flores", reconoce que no están notando la crisis, tampoco durante el año. "La gente que viene habitualmente sigue gastando lo mismo, e igual le quitan por otro lado pero a esto, no", sentencia con rotundidad.

No son tan optimistas las cereras que se instalan en_Pereiró por estas fechas. Una de ellas, que prefiere no dar el nombre, señala que ayer resultó un "día fatal", en contraposición al viernes cuando reconoce que vendieron "mucho". Además, lanzó una queja sobre la colocación de los puestos. "Nos solíamos poner junto a la entrada pero nos obligaron a colocarnos aquí, junto a los coches y es un sitio mucho peor", lamenta.

Por su parte, Fátima González, que atiende un pequeño puesto junto a su hijo Jorge, admite que las ventas bajaron "bastante" y que los clientes se gastan menos dinero en las compras. Sin embargo, incide en que "tenemos que seguir trabajando".

Por su lado, los clientes subrayan que, aunque tengan que rascarse el bolsillo, no dudan en estirar un poco el presupuesto en una jornada como la de ayer. Así opinan Alba y Josefa, quienes afirman que siempre destinan la misma cantidad y compran en el puesto habitual. Y lanzan una queja, con semblante muy serio: "Nosotras, que venimos todos los domingos, creemos que la gente debería tener algo más respeto. Esto parece una fiesta y no lo es". De la misma opinión se muestran José Muñiz y su mujer María Concepción Pérez. "Por un lado está bien que venga tanta gente, pero deberían mantener ciertas normas de educación", concluyen.