El mayor incendio que se recuerda desde hace más de veinte años". Así describió un bombero vigués al alcalde las proporciones de lo sucedido en la madrugada del sábado en O Gorxal, cerca de Puxeiros. Las llamas destruyeron una "macronave" de unos diez mil metros cuadrados, arrasando los enseres de las ocho empresas que tenían instalaciones comerciales en su interior. El siniestro provocó que fuesen desalojados los residentes en las viviendas colindantes de O Gorxal. Los restos del incendio, además, llegaron al río Lagares, que registró uno de los mayores vertidos de su historia, y la muerte de centenares de peces.

Los bomberos fueron avisados por los vecinos alrededor de las tres y cuarto de la madrugada. No obstante, el fuego se había iniciado una media hora antes. Anteriormente había sido alertada la Policía Local. Cuando llegaron los primeros efectivos el fuego se había propagado con mucha rapidez. Horas más tarde se sabría que las llamas se iniciaron en la zona de la nave que ocupa una empresa que distribuye productos de limpieza. Las características del edificio, de dos plantas y con divisiones que no garantizan la estanqueidad de cada una de las instalaciones de las empresas, hicieron que las llamas se propagasen con mucha rapidez.

Ante la magnitud del siniestro, la veintena de bomberos desplazada al lugar con seis vehículos se vio reforzada por otras dos dotaciones de la Xunta con base en Porriño. Nada más llegar uno de los operarios que intentaba acceder al interior resultó herido, al caer una parte de la estructura pero no fue hospitalizado. Otro más también resultó lesionado sin consecuencias. Dos fueron los temores iniciales: que se acabase el agua y que las llamas alcanzasen las gasolineras ubicadas en las inmediaciones, así como el bosque que linda con las instalaciones. La rápida actuación de los bomberos solucionó estos dos últimos problemas. Seis camiones cisternas de la concesionaria de la Limpieza se desplazaron al lugar para garantizar el suministro a los bomberos.

La carga de fuego fue tal que las llamas se propagaron enseguida de una empresa a otra. Las calorías acumuladas produjeron que muchas de las vigas de hierro que soportaban la estructura exterior de la nave doblasen y ello provocó que las paredes y techumbres se resquebrajasen, algunas incluso de piedra, abriéndose brechas en las mismas.

El centenar y medio de vecinos de las viviendas limítrofes sintieron que el suceso podía perjudicarles. Patrullas de la Policía Local y Nacional trasladadas al lugar, así como miembros de Protección Civil, una vez recabada información del responsable del retén de bomberos y dada la peligrosidad de la situación, decidieron desalojarlos en previsión de males mayores. Cuarenta y dos, entre ellos mayores y niños, fueron evacuados y conducidos, a cargo del Ayuntamiento, al Hotel Coia, donde permanecieron hasta primeras horas de la tarde.

Los bomberos trabajaron sin descanso durante toda la madrugada y la mañana de ayer, sábado. Los efectivos del retén emplearon miles de litros de agua en la extinción y fueron muchas las botellas de oxígeno de sus grupos autónomos las repostadas durante las horas que duró la extinción. Pasadas las primeras horas y con el despunte del día, los bomberos estaban extenuados. Salían unos y entraban otros en las empresas incendiadas. Cuando se sacaban el verdugillo de protección el agua del sudor les corría por la cabeza como si se hubieran duchado. Ennegrecidos por el humo bebían agua y tras reponer la bombona de oxígeno volvían de nuevo a luchar contra el fuego. Fue un ir y venir durante muchas horas que puso de manifiesto, sin duda alguna, su profesionalidad.

El incendio quedó extinguido dos horas más tarde, pero durante toda la jornada los bomberos siguieron arrojando agua para rebajar la temperatura y en previsión de que apareciesen nuevos focos. Por ese motivo, las causas concretas del siniestro no se conocerán hasta hoy, cuando se autorice el paso hacia todas las dependencias del interior a la Policía Científica.

El alcalde, Abel Caballero, se personó a las siete de la mañana en el lugar y tras conocer las dimensiones del siniestro, alertó a los servicios de la Xunta y dio conocimiento del mismo al primer teniente de alcalde, Santiago Domínguez. A media mañana llegaba el conselleiro de Medio Ambiente, Manuel Vázquez, que inspeccionaba, sobre todo las consecuencias del vertido en el río Lagares. También se desplazaron hasta la zona las conselleiras María José Caride y Carmen Gallego. Concejales del equipo de gobierno trabajaron durante toda la mañana. El presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, estuvo informado durante todo el día.

Un inmueble de 15 años

El lugar del suceso fue una gran nave, de dos plantas y que se construyó hace 15 años donde antes estaba la empresa y talleres de automoción Galasa. En su parte superior está instalada la sociedad Vicosa, la de mayor superficie y dedicada a la venta de electrodomésticos y fabricación de muebles de cocina, propiedad del conocido industrial vigués Luis Lloves, y otra, de nombre Fonomark. En la parte baja, las empresas siniestradas, una al lado de la otra, fueron Gael, de electrodomésticos; Disbepo, distribuidor de bebidas; Vigo-Vending, dedicado a las máquinas expendedoras; Química Zorka, distribuidora de detergentes y productos químicos la colchonería "Vamos a la cama", y JL Davila Tuning.

En la mayoría de las empresas siniestradas, aparte de los materiales allí acumulados, había distintos vehículos, entre camiones y turismos. Todos ellos fueron igualmente pasto de las llamas. Las empresas afectadas quedaron totalmente calcinadas pero la que dio mayores quebraderos de cabeza, por lo que allí se almacenaba, fue la de productos químicos Zorka. Los detergentes, lejías y otros productos altamente contaminantes se fueron filtrando por los conductos de agua y enseguida se notó su presencia en el cauce del río Lagares. En esta empresa hubo algún rebrote y a mediodía todavía trabajaban en ella, a pleno rendimiento, efectivos de los bomberos. Incluso se trajo un camión cargado de arena para volcarla sobre el suelo de la misma y con el fin de tratar que los líquidos contaminantes se pudieran filtrar antes de salir por los conductos de desagüe al exterior.

También los que tuvieron que trabajar a fondo fueron los operarios de Unión Fenosa que durante toda la mañana estuvieron cambiando el cableado que da suministro a las viviendas de O Gorxal y que, debido al fuego y a las calorías que se produjeron. se vio afectado. Dos dotaciones del 061 permanecieron atentas a cualquier situación que pudiera ocasionarse debido al incendio o a las labores de su extinción, aunque no fue necesaria su actuación.

Demolición

A primeras horas de la noche, tras conversaciones del alcalde con los responsables técnicos del siniestro, se decidió que hoy mismo se evaluará la situación en que ha quedado la zona. Los primeros informes apuntan a que los restos del edificio habrán de ser demolidos en su totalidad por motivos de seguridad.

Ayer mismo, sobre las diez de la noche se procedía a derribar dos paredes de piedra que estaban en una situación inestable en el recinto.