La procesión del Cristo de la Victoria volvió a congregar multitudes y demostró un año más que es, de lejos, la manifestación religiosa de mayor arraigo en la ciudad. El sofocante calor, con treinta grados de temperatura, no menguó la participación en el acto, al que asistieron más de 200.000 personas según las estimaciones oficiales. Fue "la de mayor afluencia hasta ahora", señalaron los responsables de la Cofradía. Y probablemente la más larga. El Casco Vello y O Berbés estaban colapsados y dos horas después de salir de la Concatedral la imagen entraba aún en Montero Ríos. La prolongación del recorrido a través de Príncipe, debido a las obras del parking de Policarpo Sanz, hizo que la ceremonia se prolongase durante más de tres horas. Se volvió así al itinerario antiguo, que había dejado de realizarse hace 19 años.

Las campanas de la Concatedral doblaron a las siete y media, anunciando la salida del Cristo de la Victoria. Miembros de la Banda de Música de la Brilat interpretaron el himno español mientras una marea humana se arracimaba en el exterior, invadiendo la plaza, la calle de la Oliva y el mirador de A Pedra.

La procesión avanzaba a paso muy lento bajo un intenso calor, debido al cuello de botella que se forma siempre al entrar en la estrecha calle Real. El obispo de Tui-Vigo, José Diéguez; el emérito de la Diócesis, monseñor Cerviño; y los representantes del clero vigués, junto al alcalde Abel Caballero y otras autoridades políticas y militares que cerraban el cortejo, empezaron a moverse media hora después de que los quince cofrades del Cristo de la Victoria que transportaban la imagen iniciasen su camino. El PP estaba al completo, encabezado por Corina Porro, y el gobierno local sólo tenía representación del PSOE, con el alcalde y cuatro ediles. El BNG no acudió.

Ofrendas

Medio centenar de mujeres y hombres vestidos con los trajes tradicionales de As Neves, Salvaterra, Lugo y otros puntos de Galicia abrían la marcha con los cestos de flores que se ofrendarían después en la Porta do Sol. Algunas participan en la ceremonia desde hace 30 años, según explicó una de ellas, Carmen Corredera. Detrás encabezaban la comitiva oficial tres motoristas de la Policía Local, ataviados para la ceremonia con los trajes de gala.

Miles de fieles desfilaban portando cirios, muchos de ellos descalzos por promesas realizadas al Cristo. Los miembros de Cruz Roja tuvieron que atender a varias personas por cortes y heridas en los pies. También hubo dos traslados al hospital, por una caída y mareos, según explicaron responsables de la organización. Móviles y cámaras digitales disparaban fotos al paso del santo.

Los integrantes de la Unión Musical de Coruxo seguían, interpretando marchas, a los motoristas y a los miembros de la hermandad del Cristo del Silencio y la Orde dos Cabaleiros. A continuación avanzaba la imagen impulsada por 15 cofrades, dos de ellos dentro del carro. Su tirador, Manuel Sanjurjo, lo dirige desde hace 22 años.

El Cristo fue escoltado por cinco soldados de la Brilat con otros tantos estandartes: uno por cada compañía del cuartel general de Figueirido; y el más grande, el guión del Batallón. El cableado aéreo del Casco Vello interfirió en el avance, pero los cofrades estaban prevenidos y lo apartaban con una larga vara desmontable.

Una enorme marea de devotos seguía a la efigie, y detrás de la multitud desfilaba la bandera de la Cofradía del Cristo de la Victoria, portada por el arquitecto Francisco Castro. A su lado, su presidenta, Marora Martín-Caloto, que calificó la ceremonia como "la más multitudinaria de los últimos años, ayudada por el buen tiempo"; y el pregonero, el padre Carlos Ortiz. En último lugar se colocaron el clero, las autoridades civiles y militares y la banda de la Brilat. Junto a alcalde y ediles marchaba también el diputado autonómico popular Ignacio López-Chaves.

La Policía Local cerró el centro de la ciudad desde las cuatro de la tarde al tráfico, lo que provocó retenciones en puntos como García Barbón o el túnel de Beiramar. Los çparkings cortaron las salidas que desembocaban en calles dentro del itinerario, y las terrazas de Montero Ríos permanecían recogidas. La pasarela entre A Laxe y A Pedra, mirador privilegiado, estaba llena de público hasta la bandera. También la terraza del centro comercial y la plaza de O Berbés. Decenas de miles de personas se apostaron a lo largo de todo el trayecto, que discurrió después por Concepción Arenal, Colón, Príncipe y Porta do Sol, para regresar finalmente a la Concatedral a través de la Plaza de la Constitución y la calle Triunfo.

Antiguo trayecto

La comitiva llegó a Colón casi las diez de la noche, y a partir de ahí se aceleró el paso a pesar de que empezaba la pendiente. Cruzó la calle Príncipe por primera vez en casi dos décadas, y en la Porta do Sol se realizó la tradicional ofrenda al Cristo. El obispo de Tui-Vigo habló ante las miles de personas congregadas, y después los cofrades se encaminaron al Casco Vello para poner fin al multitudinario acto religioso con la entrada de la efigie en la Concatedral Santa María.