Mejillones más resistentes y que no requieran tanta depuración, identificación de los parásitos que amenazan las granjas marinas gallegas y diseño de nuevos alimentos para la cría de oreja de mar o rodaballo. Los avances que impulsarán la acuicultura y la pesca gallegas se están fraguando en la Estación de Ciencias Marinas de Toralla, que cumple su primer año de vida a pleno rendimiento.

Los investigadores de la Universidad seleccionados para estrenar sus instalaciones avanzan además en el conocimiento de la ría y de especies todavía poco estudiadas como la Sepiola atlántica, emparentada con la sepia común, pero con una longitud inferior a los cinco centímetros.

La infraestructura ha permitido a una decena de grupos de Ciencias del Mar y Biología dar un salto en sus investigaciones y ponerse a la altura de sus colegas extranjeros una vez salvados los trece quilómetros que separan el campus del mar y que hacían inviables muchos trabajos.

El profesor Emilio Rolán, del grupo de genética que dirige Armando Caballero, apunta al "esfuerzo sobrehumano" que suponía criar en la facultad ejemplares de Littorina saxatilis, de la familia del bígaro, y que les obligó a abandonar su estudio hasta la apertura de la Ecimat.

Esta especie, explica, "tiene un interés evolutivo muy grande", porque se adapta a "ambientes extremadamente diferentes", ya que puede pasar de estar sobre la roca a unos 15 grados bajo el mar hasta los 40 cuando éste se retira.

Los ejemplares de dicho estudio, obtenidos en cabo Silleiro, compartirán en unas semanas el espacio del módulo dos con los pulpos del biólogo Francisco Rocha, que va a estudiar las poblaciones de este cefalópodo en Galicia.

El grupo posee una segunda línea de trabajo, liderada por Fran Ramil, que estudia los fondos bentónicos de la ría utilizando los equipos de buceo de la estación, que dispone además de una embarcación neumática.

El módulo cuatro está habitado por moluscos. El equipo de genética molecular Rexenmar, dirigido por Pablo Presa, trabaja en la mejora de la reproducción del mejillón de la ría (Mytilus galloprovincialis), la selección de individuos con mayor resistencia a enfermedades y que además realicen una biodesintoxicación más rápida. Además de "minibateas" in vitro, utilizan el muelle de la estación para criar los ejemplares. El sector está muy interesado en esta investigación, cuyo salto final será la comercialización de semilla.

Codo a codo con ellos están los integrantes del equipo de Fuencisla San Juan, cuyos resultados también van encaminados a optimizar el cultivo de bivalvos. Estos expertos se centran en el seguimiento del ciclo gametogénico y la influencia de factores como la temperatura, la salinidad o la disponibilidad de alimento.

Detección de parásitos que causan "cuantiosas pérdidas" en las granjas

Hay cinco módulos como el de la fotografía y el uno está destinado a los investigadores de ecología marina, ecotoxitología -al que pertenece el director de la Ecimat, Ricardo Beiras- y oceanografía. Sus ocupantes habitales son Sara Pérez, que realiza su tesis sobre misidáceos, y Diego Rial, que analiza la toxicidad de un dispersante.

Los parásitos son el elemento de trabajo del grupo de José Manuel García Estévez. Su equipo, integrado por otros dos profesores y tres doctorandos, identifican las patologías que causan en peces y moluscos de cultivo para mejorar la calidad sanitaria de las granjas y evitar "cuantiosas pérdidas". Estudian los mecanismos de defensa y también realizan estudios epidemiológicos de las poblaciones salvajes.

Desarrollo de piensos para criar oreja de mar, una especie en alza

El decano de Ciencias del Mar, Jesús Souza, y el profesor Mariano Lastra tienen asignado el módulo tres y allí trabajan a diario dos estudiantes cuyas tesis dirigen, el brasileño Marcelo Rodríguez y Lúa Soliño.

Lastra dirige un proyecto de acuicultura sostenible para el desarrollo de piensos que sustituyan a la harina de pescado en la alimentación de especies como el rodaballo, la lubina o la oreja de mar. "La explotación de oreja está despuntando en Galicia y es muy cotizada en Japón y Francia", explica Soliño. Los nipones disponen de su propia especie, pero nuestros vecinos consumen la nuestra: Haliotis tuberculata. Por su parte, Rodríguez trabaja con Souza en el estudio de la "poco conocida" Sepiola atlántica.

Agua salada con tres temperaturas diferentes y menú a la carta

La joya de la Ecimat está en el sótano, desde donde se bombea a los laboratorios agua del mar de tres tipos: a temperatura ambiente, caliente (a 18º) y fría (a 12º). La precisión es clave porque cualquier variación podría poner en peligro los cultivos de los investigadores.

Los técnicos de la estación se ocupan también de proveer a los biólogos de ejemplares -en el laboratorio húmedo se crían en la actualidad rodaballos-, así como del menú diario de los residentes en tubos de ensayo y tanques. En las salas de algas y zooplancton se preparan las dosis para cada experimento que se elaboran durante semanas a la carta. "Estamos preparando un cultivo de algas en concha para un grupo", explica el director técnico, Enrique Poza.