Un 6% de la población viguesa padece algún tipo de problema relacionado con trastornos alimentarios. Así, de los cerca de 300.000 habitantes que tiene la ciudad, unos 5.000 padecen dolencias como anorexia o bulimia, según los datos aportados por los asociación provincial que representa a estos pacientes. Además, cada verano se constata un notable incremento en el número de casos detectados ya que se registran hasta un 20% más por el deseo de presumir de un cuerpo perfecto en la playa.

La presidenta de la Asociación de Bulimia y Anorexia de Pontevedra (Abap), Marián García Míguez, matiza que el aumento de este tipo de dolencias se da "en toda la sociedad occidental". Además, indica que por cada caso de anorexia hay seis de bulimia. "Se debe a que esta segunda enfermedad pasa más desapercibida a nivel físico y los familiares tardan más tiempo en darse cuenta del problema", razona.

Y si todos los veranos constatan los picos de casos, lo que se ha estabilizado es el número de pacientes hombres. En este sentido, Marián García recuerda que "hace tres años, con el tema de los metrosexuales, se notó un incremento en el número de chicos que acudían a nosotros, pero ahora se ha estabilizado". Así, apunta que "de cada cien personas con problemas de anorexia o bulimia sólo dos son varones".

En este punto señala un dato curioso. "Los hombres homosexuales tienen una mayor tendencia a sufrir estas enfermedades, lo mismo que las mujeres homosexuales lo sufren menos que las heterosexuales", añade. Argumenta que "se puede deber a la importancia que cada uno le da a su imagen, pero la experiencia que nosotros tenemos en este campo es que casi todos los hombres que acudieron a nosotros eran homosexuales".

Perfil

Otro de los cambios que se están experimentando en los últimos años es la edad de los pacientes. Si el perfil hace una década era fundamentalmente el de jóvenes adolescentes y mujeres, ahora ha cambiado. La presidenta de Abap asegura que "la edad es cada vez mucho mayor y hoy en día la mayor parte de las afectadas son mujeres de entre 25 y 35 años".

Esta variación afecta también a la gravedad de la dolencia ya que, normalmente, "cuanto mayor es la paciente, más años lleva sufriendo la enfermedad". En consecuencia, la curación es más compleja. "Lo normal es que lleven muchos años arrastrando el problema y que lo tuvieran escondido pero llega un momento en que, por fin, se atreven a decirlo y a buscar ayuda", dice García.

La asociación, que comenzó a funcionar hace diez años, atiende cada ejercicio unos cincuenta casos nuevos. De esta manera, a lo largo del tiempo que llevan trabajando han tratado a unas 400 personas con un equipo que incluye psicólogos, nutricionistas, pedagogos, administrativos y socios.

Obsesión por los productos "light" y la comida cocida

Las señales de alarma para detectar que una persona puede estar cayendo en la anorexia o la bulimia son muchas, pero las más habituales son, según explica Marián García, "un descenso significativo de peso y cambios en los hábitos de comidas". De esta manera, subraya que "se produce una obsesión con los productos light y con cocinar los alimentos cocidos o a la plancha" y agrega que "cocinan mucho, pero luego no lo comen, y evitan la compañía a la hora de comer".

Señala que "suelen ser personas muy perfeccionistas y muy buenas en todo lo que hacen y, al principio de la enfermedad no se notan cambios de carácter, algo que sí se manifiesta más adelante". De este modo, las personas anoréxicas o bulímicas se muestran "más tristes, apáticas y conflictivas a nivel social, lo que hace que poco a poco se aíslen y dejen de salir".

Los expertos avisan de que e verano es la época del año en la que más se puede detectar el problema ya que la ropa es menos ancha.