Ana Abad de Larriva / VIGO

Como regla general, cuanto más extravagante es una cosa, menos misteriosa suele resultar", dijo Sherlock Holmes a Watson en el caso de "La liga de los pelirrojos". La historia que le aconteció al taxista vigués Juan José Bóveda en la madrugada del viernes es, cuando menos, extravagante. ¿Resultará tan misteriosa como parece?

Serían las cinco y media de la madrugada. Juan José acababa de llevar a una señora al aeropuerto cuando se le acercó un compañero y le pidió que le cobrase una carrera porque él no tenía el dispositivo para pagar con tarjeta y el cliente no traía dinero en efectivo. El usuario, al ver que Juan José sí podía cobrarle de ese modo, le preguntó cuánto le costaría un viaje hasta Asturias. "Alrededor de cuatrocientos sesenta euros".

"Pues pasa la tarjeta y pon 800 euros, que así le quito dinero al jefe que es millonario", respondió el joven. El taxista así procedió aunque ahora reconoce que fue fallo suyo no pedirle la documentación. "Pero era una golosina muy apetecible hacer un servicio hasta Asturias y me preocupé más de hacer el viaje que de tomar precauciones". En ese momento no se alarmó porque "el chico tenía una pinta normal y parecía que de verdad necesitaba ir a allá".

"¿Drogadicto?, no. Sólo le gustaba beber". El joven le pidió que parase en varias áreas de servicio. No quería ir despierto y se bajó para tomar un par de copas. "Empecé a sospechar y le cogí la cuenta de la consumición. Ponía un nombre. Le pregunté cómo se llamaba su jefe pero se hizo el borracho y no me supo decir".

La reyerta

Siguieron el camino. De repente, le mandó parar a la entrada del pueblo asturiano de Mieres. "Va y me dice que le devuelva cuatrocientos euros". El taxímetro ya marcaba quinientos catorce. "Yo le dije que le daba doscientos setenta". Discutieron. "Le pedí entonces que me dejase ver su carné de identidad o que si no, íbamos a la Policía y lo arreglábamos". El chico se puso nervioso y, cuenta Juan José, que intentó atacarle. "Me iba a pegar y bajé del coche". Salió una señora desde una ventana y dijo que llamaba a la Policía. "El joven se puso nervioso y huyó con las llaves del contacto y el monedero donde guardo los cambios. No sé exactamente cuánto llevaba allí, pero calculo que alrededor de unos sesenta euros". Con la crisis la gente paga en calderilla.

El taxista entró en un bar y contactó con la Policía. Serían las once. "En tres o cinco minutos estaban allí. Una patrulla de la Nacional y otra de la Local". Localizaron al propietario de la tarjeta, que no se había dado cuenta de que le faltaba. Y cogieron al peculiar cliente. "Comentaban que ya había intentado sacar dos veces dinero en cajeros de Vigo. El chico era de Mieres y no tenía cargos por otros delitos, sólo una denuncia por alcoholemia". Lo registraron pero dijo que había tirado todo lo robado al río.