Un capricho que se hace de rogar. La espera que desde hace semanas sufrían los "applemaníacos" para adquirir los iPhone de tercera generación, y que en España se comercializa desde ayer a través de Movistar, tendrá que alargarse un poco más en Vigo. Un problema en la distribución impidió que estos teléfonos hiciesen su aparición estelar en la principal tienda de la ciudad. Los que acudieron a otros puntos de venta tuvieron más suerte. Pero sólo algunos. A Vigo llegaron muy pocas unidades, lo hicieron tarde y se agotaron muy rápido.

Desde la compañía excusaban el retraso en la llegada de los iPhone como una "cuestión externa a la propia empresa". Son varios los negocios que se encargan del reparto hasta los puntos de venta y distribución de Movistar. En el caso de Vigo, tal y como sucedió en ciudades como Barcelona, la empresa encargada de transportar los modelos hasta su distribuidora oficial -ubicada en Gran Vía- no cumplió con el cometido. Será el lunes cuando los primeros clientes puedan adquirir en este punto de venta su propio iPhone. No obstante, la lista de espera superaba ayer el centenar. Y es que hace semanas que los "forofos" de este fenómeno móvil y sus prestaciones hcieron sus reservas. A esto hay que sumar una veintena de personas que hizo cola en la apertura de la distribuidora de Gran Vía para hacerse con este singular aparato.

Este avance tecnológico está, sin embargo, al alcance de bolsillos muy variados. El iPhone se puede adquirir desde 0 a 359 euros, en función de la tarifa que se elija. Los que decidan pagarlo, podrán hacerse con él a partir las próximas semanas. Aunque con restricciones: en Gran Vía tiene prioridad la lista de espera, y no lo tienen disponible con el plan de puntos, precisamente por el límite de unidades.

Quienes ayer no lo consiguieron admitían que esperarán por su iPhone. "A menos que algún amigo vaya a EE UU y nos lo traiga", bromeaban Jorge Paz y Pedro Rivera. Más de uno había hecho ya un "tour" por varias tiendas en busca del preciado objeto. Roberto Falque reconocía que "era un capricho y si lo encontraba, lo pagaba". Pero no sólo en Vigo se interesan por este "juguete". Algunos turistas pretendían llevárselo sin contrato.