La última mujer a la que prestaba refugio y cuidado la Casa de Acogida para víctimas de malos tratos se ha marchado, con su hija de dos años, tras recibir del Concello el aviso de cierre. El centro cesará definitivamente su actividad el lunes a las diez de la mañana, cuando las trabajadoras tendrán que hacer entrega de las llaves. La concejalía de Igualdade ha decidido prescindir de la casa y reconvertirla en un Centro de Emergencia Social, un modelo "más ágil y eficaz" según la edil Iolanda Veloso, pero hasta dentro de tres meses no estará en marcha.

La empleadas criticaron ayer duramente que el Concello prescinda de "un servicio necesario" y acusaron al departamento de dejarlas "en la calle". El miércoles se reunieron con Veloso para pedir que se las recoloque en el nuevo centro. La concejala, según explicaron, les respondió que deben presentar su documentación en el plazo que marque la convocatoria de selección del personal. "No hubo ningún compromiso", lamentó la directora de la casa, Carmen Sobrino. La monitora infantil, por su parte, apunta que "la edad de las empleadas está en 50 años, y la mayoría sufren minusvalía. Será muy difícil que encuentren trabajo".

El colectivo sostiene que las mujeres víctimas de malos tratos quedarán "desprotegidas" hasta que funcione el nuevo servicio. "Pueden sufrir agresiones, con riesgo para su vida en este tiempo", advirtió la monitora.

El Concello, por su parte, defiende que la cobertura está garantizada. Dispone de tres nuevas pisos cedidos por la Consellería de Vivenda, y uno de ellos ya está disponible. "De hecho ya se usó, y en casos de emergencia se trasladará allí a las personas que lo necesiten. Si es necesario por una alta demanda, también hay otras alternatiavs", señalaron portavoces del departamento municipal.

La Casa de Acogida capacidad para 25 personas. Desde enero se ha reducido drásticamente el número de mujeres atendidas. "Llegó a estar al completo, pero nos retiraron la autorización para decidir ingresos, y poco a poco se fue vaciando", reprueban.

"Muy buen trato"

Las trabajadoras han recibido muestras de solidaridad en los últimos días. Una de las víctimas, alojada entre febrero y mayo con sus dos hijos menores y luego trasladada a otra ciudad por petición propia al ser seguida por su pareja, se mostraba ayer "sorprendida". "Aquí tenía una casa y me trataban muy bien. Ahora estoy en un centro mucho más rígido", relata la mujer, que regresó a Vigo un día por motivos judiciales. Prefiere permanecer en el anonimato y no revelar ni siquiera su nacionalidad "por miedo".