Avisar de que los coches pasan a pocos metros de la acera a más de ochenta kilómetros por hora, tiene un efecto inmediato en la Policía.

La colaboración ciudadana para evitar atropellos acarreó la supervisión del tráfico en varios puntos de la ciudad a través de radar. Las protestas de particulares, hartos de excesos de velocidad o conducciones temerarias en las calles donde residen, se convierten en útil información para la Policía. Así, los 25 escritos que se dirigieron al departamento de Atención ciudadana alertando sobre la peligrosa velocidad de los vehículos, acarrearon la vigilancia en los días siguientes. Sólo en lo que va de año, la Policía Local revisó ocho reclamaciones. Las últimas, que datan de marzo y abril, concluyeron con el control mediante radares móviles en las calles Fontáns -paralela a Ramón Nieto- y Aragón respectivamente. De todo ello se deriva la intensificación de los controles en el centro urbano.

Alertas "fundadas"

El año anterior fueron 17 las protestas de vecinos (dos de ellas llegaron a través de llamadas telefónicas). Las calles en las que más recientemente se ha reforzado la vigilancia a consecuencia de los avisos -además de Fontáns y Aragón- son Barcelona, Sanjurjo Badía, avenida de Castrelos, Padre Seixas, la carretera de Valladares y Cabral.

"Todos los escritos se atienden, también hay peticiones canalizadas a través del servicio 010", explica el portavoz de la Policía. Las reclamaciones siguen un protocolo: Una vez llegan al departamento, la policía llama al ciudadano, una vez que el inspector de seguridad conoce la información, ordena la supervisión en los días siguientes -habitualmente tres días-. "Si la queja está infundada, se devuelve el radar; pero en el 80% de los casos se detecta exceso de velocidad", aseguran fuentes policiales. "Los radares se mueven todos los días".

Sin embargo, la instalación de radares fijos depende directamente de la Concejalía de Seguridad y de su titular. También hubo particulares que solicitan la instalación de estos dispositivos para reducir de forma permanente la velocidad de los conductores.