Los vecinos de la calle Carral asisten cada fin de semana a una "auténtica tortura" causada por los participantes en los botellones que organizados en el entorno. Sus portales aparecen llenos de pintadas, con los timbres destrozados, vomitonas a la entrada y un constante bullicio que, en ocasiones, se prolonga hasta las cuatro de la madrugada. Llevan meses denunciando la situación en el Concello pero sin resultados. "Hasta la Policía ya ni nos hace caso", aseguran.

Los residentes creen incluso que los problemas que sufren por la práctica del botellón se han agravado en el último mes. Como ejemplo, lo ocurrido de la noche del sábado para el domingo. "Gente gritando borracha, meando en las paredes de la calle, peleándose y apostándose en los portales y pulsando a los porteros", relatan.

Carral no es una zona de "botellón" pero está en medio de otros espacios donde se lleva a cabo esa extendida práctica. Por si fuera poco, uno de sus establecimientos abre prácticamente las 24 horas y es adonde se dirigen los botelloneros para comprar bebidas. Este ir y venir de clientes también aumenta el ruido que sufren los vecinos, además del generado por otros locales de copas que, afirman, incumplen el horario de cierre.

Los residentes más afectados dicen que están cansados de exponer su situación a las asociaciones de la zona, como la del Casco Vello, "pero no hacen nada por nosotros". Tampoco entienden la actitud de la Federación Vecinal, a cuya presidenta Elena González invitan "a pasar una noche en nuestras casas y vean cómo vivimos".

También dirigen duras críticas contra el gobierno local, personificándolas en el alcalde Abel Cabalero y el teniente de alcalde, Santiago Domínguez: "¿Les gustaría dormir sin ruido sólo tres días a la semana".