La fuga de menores de sus domicilios o de centros donde permanecen ingresados no es una excepción. Al menos así consta en la memoria de la Policía Autonómica de Vigo, que refleja que a lo largo de 2007 un total de 123 jóvenes se escaparon. El dato positivo es que la "aventura" suele durar muy pocos días y, de hecho, el año pasado los agentes devolvieron a sus domicilios a todos estos chicos y a dos más que consideraban desaparecidos en 2006.

La mayoría de los casos que se denunciaron, aproximadamente el setenta por ciento, son fugas domiciliarias y la edad media de los menores se sitúa entre los 13 y los 17 años. "Las huidas son más frecuentes en la época de la adolescencia, durante el período de formación; el menor se encuentra en un estado de disconformidad y una de las vías de fuga es la huida, tanto como motivo de protesta o de aventura", afirma Santiago Rodríguez, jefe de la Policía Autonómica de Vigo. También pueden "desaparecer" después de haber pasado por una situación "traumática". "Tras haberse enterado que no es un hijo legítimo o porque sus padres se llevan mal y él adopta esta decisión como llamada de atención", precisa.

En el caso de la fuga de centros de menores o de pisos de acogida gestionados por la Xunta, lo más habitual es que los jóvenes tiendan a trasladarse a la localidad de donde proceden, aunque en alguna ocasión llegaron a ser localizados incluso fuera de la comunidad. Las razones son de lo más diverso. "Puede ser simplemente por el capricho de un día de que no le permiten llegar más tarde de la hora", explica Rodríguez.

Generalmente, en unos días los jóvenes son localizados y devueltos a los centros sin que hayan sufrido percances graves. La excepción es el reciente caso de dos menores de un centro de Ourense que, tras trasladarse en autobús a Vigo, sufrieron un accidente con un coche robado tras caer por un terraplén en Bueu. Y la mayoría de los casos son fugas individuales. "Hubo casos en los que han sido varios, porque se buscan `apoyos´ para esa aventura", concreta el mando policial.

Si en la ciudad olívica durante el pasado año hubo 123 denuncias por desaparición de menores, en toda la provincia esta cifra se elevó a 213. Y en el conjunto de la comunidad, el número alcanzó los 471. La provincia que registró más fugas fue precisamente la pontevedresa, seguida de A Coruña (131), Ourense (78) y, finalmente, Lugo, con un total de 49 casos.

"Lo peligroso es que puedan caer en manos de desaprensivos"

Las desapariciones de menores preocupan cada vez más a la Policía Autonómica. "Muchas veces a lo que tenemos miedo es que en esas fugas puedan caer en manos de desaprensivos que los exploten laboralmente o incluso con otros fines como pueden ser los sexuales", advierte el jefe de la Policía Autonómica de Vigo. No es lo habitual, pero por ejemplo en el año 2006 un menor de Porriño fue localizado con un grupo de personas en una parroquia viguesa, donde lo tenían trabajando.

En el caso de los jóvenes que se escapan de los centros en los que se encuentren ingresados, en alguna ocasión deciden acudir a junto de sus familiares. "El problema es que son familias muchas veces desestructuradas y los propios padres no dicen nada de que su hijo está con ellos", relata. Tampoco es infrecuente que, tras la fuga, se decanten por ir a junto de amigos. "Suelen ir a la localidad de donde proceden, ya que allí tienen contactos", concreta Santiago Rodríguez.

Más chicos

Y si la edad habitual en la que se producen las desapariciones de menores se sitúa en la adolescencia, también hay una clara distinción por sexos: Rodríguez confirma que se escapan muchos más chicos que chicas.