Las playas gallegas atraerán a turistas ansiosos de sol en pleno invierno, la lluvia en Santiago ya no será arte, sino casi una anécdota, y esquiar en Manzaneda se convertirá en una actividad cada vez más impracticable y costosa. El cambio climático conllevará beneficios y perjuicios en el sector turístico y éste deberá adaptarse a una nueva realidad y a otros tipos de clientela. La Universidad de Vigo ha iniciado una nueva línea de investigación pionera en España para determinar los efectos de este fenómeno ambiental en una actividad económica tan decisiva.

El germen es un trabajo de Laura Iglesias, alumna del máster en Dirección y Planificación del Turismo, coordinado por el profesor Miguel Rodríguez. “Se trata de una primera toma de contacto, pero la idea es seguir en esta dirección, que tiene mucho futuro”, explica este investigador del grupo Rede, especializado en economía, energía y medio ambiente.

Todavía son escasos los estudios que relacionan cambio climático y turismo en Europa y los gobiernos e instituciones comienzan ahora a impulsar estas investigaciones. El Gobierno las apoya desde el reciente Plan Turismo 2020 y la Organización Mundial del Turismo, con sede en Madrid, dispone de una subdirección específica para el tema.

Rodríguez, que imparte clase en el campus ourensano, asegura que el turismo de sol y playa será uno de los primeros afectados: “Si se confirma el incremento medio de temperaturas previsto quizá los turistas ya no consideren atractivo ir al Levante o a Andalucía por su calor excesivo y parte de ellos podrían trasladarse al norte, sobre todo los extranjeros”.

Los arenales de esas zonas son llanos, por lo que además el incremento del nivel del mar podría conllevar “la pérdida o reducción de infraestructuras naturales”, un fenómeno al que Galicia tampoco será ajena.

Y de la playa a las consecuencias en la montaña: “Cada incremento medio de un grado supondrá que la cota de nieve se eleve en 150 metros y esto conllevará que algunas estaciones sean inviables y que las que permanezcan estén congestionadas de gente, con menos metros de pista disponibles. Por lógica, serán más caras y ya no resultarán tan apetecibles”.

Galicia se parecerá cada vez más al sur de España. La biodiversidad de nuestros ecosistemas variará y esto repercutirá en actividades como la caza, la pesca y el submarinismo.

Resulta obvio que la oferta turística deberá renovarse ante las transformaciones que se avecinan, aunque hay sectores como el turismo rural que ya apelan al cambio climático en sus promociones. “Desde hace un año el mercado de casas antiguas que se ponen a la venta para extranjeros cita entre las motivaciones el aumento de las temperaturas”, cita Rodríguez.

Pero el objetivo no sólo son los efectos directos, sino también los derivados de las medidas políticas que intentan frenar el cambio climático. A partir de 2010-2012 las compañías aéreas entrarán en el mercado de CO2 : “Las más afectadas serán las de bajo coste. Los turistas más sensibles a las alteraciones de precios en el billete quizás dejen de venir. Podría mermar la afluencia de viajeros”.