La carcoma vuelve a atacar el museo de Castrelos seis años después de que recibiese un profundo tratamiento de desinfección y recuperación ante los estragos que habían causado los insectos. Entonces la plaga afectó a gran parte de la estructura del edificio y a la valiosa pinacoteca del pazo. Ahora es el mobiliario antiguo almacenado en los desvanes el que debe sanearse. La brigada especializada de Medio Ambiente, a instancias de la propia dirección del recinto museístico, ha revisado los fayados y detectó que hay más de 100 muebles afectados, además de vigas, marcos de cuadros y otros elementos de madera. Los operarios se pondrán a trabajar próximamente para eliminar la plaga. La tarea se prolongará por un mes.

En los desvanes se guardan muebles de los siglos XIX y XX. La mayoría son sillas antiguas, aunque también hay arcones, aparadores y otras piezas. La colección está formada por donaciones que incluyen el legado de Policarpo Sanz y numeroso mobiliario del alcalde Rafael Portanet. El director del Museo, José Ballesta, explicó que están "todos guardados en bolsas, con su pastilla de desinfección para protegerlos", aunque se detectó una abierta, "posiblemente por un roce al moverla", y se llamó de forma inmediata a la brigada de Medio Ambiente. Las demás bolsas, agregó, se encuentran selladas. Ballesta cifra en 100 los muebles almacenados de los desvanes.

Trabajo "intenso"

La cifra que aporta el equipo de desinfección es mucho mayor. Fuentes del servicio señalan que la inspección reveló más de 300 piezas afectadas, además de localizarse carcoma en vigas y otros elementos de madera (entre ellos marcos de cuadros). Los fayados serán sometidos en las próximas semanas a un profundo tratamiento de limpieza y aislamiento del suelo para acabar con la plaga. Las citadas fuentes apuntan que el trabajo será "intenso".

La ubicación del museo en una zona muy húmeda y próxima al cementerio de Pereiró lo convierte en objetivo constante del ataque de la carcoma. En 2001, recuerda Ballesta, había un problema "gravísimo" que obligó a realizar una actuación integral en el pazo. "Entonces se hizo un vallado subterráneo y se inyectó todo el edificio de líquidos anticarcoma", relata. El equipo de desinfección realizó el trabajo, y el museo contrató a una restauradora para recuperar los cuadros dañados. Desde esa operación se hace un seguimiento periódico y en 2006 se practicó otra revisión.

Relojes y arqueología

El museo ha sido sometido, en los últimos años, a un lento pero continuo proceso de mejora, ya que sufría un grave deterioro y serios problemas de humedad. La sala de arqueología fue renovada, -lo que obligó a cerrarla durante más de un año-, y se restauraron las obras del legado de Policarpo Sanz. También se hizo lo propio con la colección de relojes, con los que se organizó una exposición posteriormente.