Fátima Suárez decidió abrir O Adro, una tienda especializada en productos típicos gallegos combinada con un bar, animada por las ayudas del Plan Urban. El año pasado, tras ocho de actividad, tuvo que echar el cierre pese a que el local estaba situado en una buena zona, cerca de la colegiata.

- ¿Por qué ?

- No aguantaba las pérdidas. Empecé endeudada pero con ilusión, y los dos primeros años iba tirando. Cada vez fue más complicado porque ganaba dos meses en verano, y el resto del año no venía casi nadie. Y eso que teníamos el bar.

- ¿Tiene en perspectiva algún otro negocio?

- No!, estoy en casa. En estos momentos no abriría un negocio en el Casco Vello. Creo que las aventuras aisladas no funcionarían. Hace falta una actuación en conjunto, con varios locales que abran a la vez.

- ¿Nadie se interesó por el local?

- Sí, quisieron abrir después un negocio relacionado con la venta de jamones, pero renunciaron porque el Concello puso trabas para hacer reformas interiores que eran imprescindibles. No permitían hacer casi nada. Como máximo pintar.

- ¿Desde cuándo vive en el Casco Vello?

- Llevo 30 años aquí y me gusta porque tiene un encanto especial. Pero es triste cómo ha cambiado todo. Da pena subir por la calle Real, con todo lo que fue en su día.