A primera vista parece un rastrillo, sin embargo nada de lo que se "expone" está en venta. Una pequeña habitación de unos 50 metros cuadrados, sita en los bajos del estadio de Balaídos, cobija una pequeña parte de la "historia" de los vigueses; aquella que un día se dejaron atrás y que dieron por extraviada. Los años han pasado por todas ellas y ahora, más que simples pertenencias olvidadas, algunas son auténticas "reliquias".

Con el paso del tiempo la oficina de objetos perdidos de la ciudad se ha convertido en un curioso "museo" en el que se pueden encontrar los antiguos documentos de identidad, un puñado de compact disc orientales o el traje de "gala" de la selección Sudafricana de fútbol, que un día el ex jugador celeste Benni MacCarthy se dejó atrás en algún rincón de la ciudad.

El policía local José Antonio de la Fuente es el encargado de custodiar este baúl de los recuerdos. Tras cuatro años al cargo de la oficina de objetos perdidos ya nada le sorprende. "Sólo falta que alguien pierda la cabeza", bromea mientras pega un repaso visual a la sala donde se guardan todas los cosas. Llaves de casa y de coche, carteras, libros, apuntes, móviles o ropa "son las cosas más comunes que los vigueses se dejan atrás".

Abundan las llaves. Cajones repletos de llaveros de formas dispares y variopintos colores. "Algunas tienen más años que Matusalem. Pero es normal, la gente cuando las pierde cambia la cerradura y no se molesta en buscarlas", argumenta el agente. Igualmente, aunque no en una cantidad tan abrumadora -en la oficina podría haber más de mil llaves de casa- destacan las de coches y motos, clasificadas perfectamente según la marca del vehículo.

Lo curioso de este "museo" es la multitud de cosas extrañas que una persona puede llegar a perder. En un armario de la sala están guardados un taladro y una guitarra eléctrica. "Aquí llevan varios años y nadie los ha reclamado", afirma el agente. A la lista de grandes objetos habría que unirle cuatro carros de bebé -encontrados en varios centros comerciales-, 18 cascos de moto e incluso alguna bicicleta.

El "guardián" de este "desconocido" museo cree que nadie volverá reclamar las cosas. "Tendremos que hacer limpieza, porque aquí hay objetos que ya se han convertido en parte de la imagen de la oficina, como una radio de coche de los años 80, y la legislación dice que a partir del segundo año podemos tirarlos", explica José Antonio de la Fuente.

Vitrasa

A los vigueses no les vale cualquier lugar para perder sus pertenencias. Los centros comerciales "suministran" constantemente todo tipo de cosas a la oficina de objetos perdidos, pero "quien se lleva la palma es el Vitrasa", comenta el agente, quien asegura que "no pasa un día sin que llegue algo que se ha perdido en el autobús".

Que la oficina de objetos perdidos esté a "rebosar" contrasta con la cantidad de llamadas que reciben, pero la Ley de Murphy también se cumple aquí. "Más vale que alguien haya perdido algo y que llame, para que no esté aquí" asegura el agente.