Varios miles de vigueses se despertaron ayer de madrugada alertados por la sirena de un buque atracado en los astilleros de Barreras que sembró la alarma en la quietud de la noche. La centralita de la Policía Local se saturó ante la avalancha de llamadas telefónicas de ciudadanos sobresaltados. Varias dotaciones de agentes municipales y bomberos se movilizaron al saltar la alerta sobre las 5.10 horas de la madrugada, si bien no fue precisa su intervención.

La sirena del buque "Ruiloba", un portacontenedores cuya botadura tuvo lugar hace un mes, se disparó y durante cuarenta interminables minutos se mantuvo activa causando gran alarma entre los vecinos de Orillamar.

La bocina se oía con gran fuerza y el silencio y el escaso tráfico hizo que las calles próximas actuaran como amplificador del sonido. Miles de personas de la urbanización de Jacinto Benavente, calle Coruña, Torrecedeira y Bouzas, se levantaron preocupados y temerosos de que hubiera ocurrido algún accidente marítimo en la zona viguesa de Orillamar.

Numerosos vecinos se asomaron a las ventanas, e incluso algunos se acercaron a las inmediaciones de los astilleros Hijos de J. Barreras para comprobar in situ lo que ocurría ante la llegada de las patrullas policiales y el coche de bomberos.

Pese al gran operativo de emergencias desplegado, finalmente no fue necesaria su intervención, pues los propios trabajadores del barco desactivaron la sirena cuando fueron advertidos de lo que ocurría.

Calentando motores

Los mecánicos del portacontenedores, que ayer iba a realizar una prueba de mar, subieron a bordo sobre las 5 de la madrugada y pusieron los motores del buque en marcha para que se fueran calentando. En ese momento, por causas desconocidas, se activó la sirena, pero los trabajadores se introdujeron en la sala de máquinas y con el ruido interior (es tan insoportable que trabajan con cascos) no oían lo que pasaba fuera.

Mientras el gran bocinazo causaba un susto mayúsculo a miles de vigueses y con sus llamadas colapsaban la centralita de la Policía Local, uno de los vigilantes del astillero se dirigió al barco para avisar a los maquinistas, que se encontraban en la sala de motores bajo la línea de flotación, de lo que ocurría.

Dar el recado no resultó fácil a tenor de las grandes dimensiones del buque Ruiloba, con 159,8 metros de eslora y 24,8 de manga, y el tercero de una serie de cuatro para el Grupo Odiel con capacidad para 1.300 contenedores. El vigilante tuvo que recorrerlo prácticamente entero, bajar a la sala de máquinas y explicar con gestos lo que ocurría en el exterior.

Minutos después los trabajadores ponían fin al gran bocinazo, que duró unos 40 minutos. Esta es la primera ocasión en que ocurre un hecho así, según reconocían ayer fuentes próximas al astillero, que lamentaban el susto y las molestias que se causaron a los vecinos.