La palabra juez se representa en la lengua de signos con el gesto que hace el magistrado con la maza; para decir juzgado hay que mover las manos simulando una balanza. También hay ademanes para expresar delito, fiscal o sentencia. Y es que este lenguaje está cada vez más presente en los juzgados vigueses. Por eso los intérpretes se han convertido en profesionales fundamentales en el complejo ámbito judicial, y no sólo para las personas sordas. La creciente inmigración es una de las causas de que cada vez haya más extranjeros ante un juez. Estos intérpretes ayudan a que idiomas como el francés, el inglés o el rumano se entiendan a la perfección entre togas y estrados.

Las estadísticas de la Xunta arrojan que en los juzgados vigueses se hicieron durante 2006 un total de 15 interpretaciones de lenguaje de signos. En cuanto a las interpretaciones (oral) y traducciones (escrito) de idiomas extranjeros, en toda la provincia pontevedresa hubo 163 de las primeras y 82 de las segundas: más del 75% de este volumen de trabajo corresponde a la ciudad olívica. Los once idiomas más demandados son francés, inglés, portugués, alemán, holandés, rumano, árabe, polaco, ruso, italiano y, como curiosidad y de forma anecdótica, el gallego.

Cuando una persona sorda o un extranjero es detenido o acusado, está implicado en un proceso de separación o de reclamación de custodia o necesita hablar con su abogado, entre otros supuestos, aparece en escena el intérprete. "Tenemos que estar siempre disponibles; nos pueden llamar en cualquier momento del juzgado de guardia porque acaban de llebar a un detenido y tenemos que ir para allí", explica Carmen García, dueña de una agencia de traductores e intérpretes de idiomas que trabaja desde hace diez años en el ámbito judicial. "Empecé a raíz de que empezase el boom de la comisión de delitos por parte de extranjeros", matiza.

La labor de estos profesionales en los juzgados es poco conocida, pero sin ellos muchos asuntos no se podrían abordar. Marta Barcia, intérprete de lengua de signos, afirma que la mayor dificultad con la que se encuentra es que el lenguaje del Derecho "es muy específico". "Usamos un glosario de la Confederación Estatal de Personas Sordas, pero si vemos que el usuario no entiende la terminología, tenemos recursos para adaptar esa información, para decírselo de otra manera", dice esta profesional, que desarrolla su labor en la Asociación de Personas Sordas de Vigo.

Términos complicados

Esta joven, que suele vestir de negro cuando interpreta para que la persona sorda vea bien sus manos, admite que en alguna ocasión ella misma se vio en apuros. "En un juicio el juez usó el término `sufragio pasivo´ y tuve que decirle que no era capaz de traducirlo; muy amable me indicó que significaba que se le retiraba el derecho al voto", recuerda sonriendo.