Una furgoneta y un motocarro. Estos vehículos son los protagonistas de una rocambolesca historia que ha acabado en los juzgados. Un albañil denunció hace ya casi ocho años a un ex empleado por empotrar un motocarro contra su camioneta y causarle importantes daños. Un accidente sobre el que ahora recae más de una sospecha, ya que la fiscal considera que en realidad nunca se produjo y por este motivo acusa al obrero de presentar una demanda falsa para cobrar los casi 1.800 euros que invirtió en una reparación de la furgoneta. Dos hombres que trabajaban a sus órdenes han sido imputados por apoyar la versión de su jefe.

Los tres acusados mantuvieron que ese siniestro sí existió en el juicio que se celebró ayer en la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra. Todos se enfrentan a penas de prisión: la representante del ministerio fiscal pide para el principal imputado, Ramón S.L., un total de 11 meses de cárcel y otros cinco de multa al considerarlo responsable de un delito de estafa procesal en grado de tentativa. Para sus dos empleados, Francisco A.R. y Isidro C.P., solicita una pena de siete meses de prisión y otros cuatro meses de multa por falso testimonio.

En sus declaraciones ante el tribunal de la sala viguesa señalaron que vieron perfectamente cómo se produjo el accidente. Unos hechos que, según la versión de los acusados, ocurrieron el 3 de diciembre de 1999 en la zona de Cánido.

"Vino el motocarro y dio contra la furgoneta; después fue marcha atrás y volvió a embestir con la puerta corredera", aseguró Francisco, quien incluso afirmó que llegó a ver al conductor. "Vi el perfil de su cara con barba y el pelo largo", detalló. Su compañero Isidro añadió que "casi arrolla" a uno de ellos.

Relación normal

La persona que supuestamente conducía el motocarro negó tajantemente estos hechos. Ayer, en el interrogatorio al que fue sometido por la fiscal y por el abogado defensor, admitió que trabajó durante una temporada para Ramón y que, tras dejar de estar a sus órdenes, la relación entre ellos era normal. Por eso, aseguró, le extraño que lo denunciase por dañarle su furgoneta. "Yo ese día estaba trabajando por la zona, pero no causé el accidente", dijo rotundo.

Las relaciones, eso sí, empeoraron tras esta situación. "Cuando fui a preguntarle la razón de que me denunciase, me dio un martillazo en la cabeza", expuso. Los daños que tenía su motocarro, añadió, fueron causados por su trabajo diario en la carga y descarga de ladrillos y otros materiales que se usan en la construcción.

La acusación de la fiscal se vio apoyada por la exposición de un perito, que, en un exhaustivo interrogatorio, explicó que examinó el motocarro y que considera "imposible" que ese vehículo causase los golpes que tenía la furgoneta. "Por la forma y situación de los daños del motocarro, no es compatible", aseguró. Incluso en el supuesto de que el motocarro fuese otro muy similar -algo que dejaron caer los acusados en sus testimonios-, sería muy difícil que un vehículo de esas características provocase tanto deterioro al furgón.

Antes de que el juicio quedase visto para sentencia, el abogado de los imputados pidió su libre absolución o, de forma subsidiaria en caso de una posible condena, que se le aplique la atenuante de dilación indebida debido a que los hechos se remontan a 1999. Un juicio civil previo demoró el proceso penal.