"Era tierra de fuentes y manantiales"

El ritmo en Castreliños lo marcaban el agua, un conde y un marqués, que por algo el barrio está atravesado por el Lagares y se encuentra entre los pazos de La Pastora y de Castrelos.

Setenta años, es decir, toda la vida, lleva Adolfo Rial viviendo en el barrio donde abundan manantiales y fuentes que por algo a una la llaman fuentesanta, y recuerda las levadas. "Una, que nacía en Coutadas y después de Pontenova movía el molino de Manuela, abastecía al lavadero situado más abajo y entraba en la finca de La Pastora para llenar un estanque en cuyo centro había una isleta con sombra que el conde utilizaba como zona de descanso. El agua seguía después su curso para mover otro molino que era propiedad del pazo y que enterraron cuando se construyó la avenida Arquitecto Palacios".

Otra levada nacía en Portoloureiro "y era de propiedad compartida entre los vecinos y el marqués. El jueves, todo el agua se destinaba a regar los viveros del pazo de Castrelos y los sábados las fincas de Castreliños. El resto de la semana, se repartía el agua que salía por el Boqueiro".

Los vecinos compraban en el pazo de Castrelos la hoja que caía de los árboles, que se utilizaba como cama para los animales. Iban con sacos y rastrillos a recogerla del suelo.

En una parte de la ciudad marcadamente rural, durante años "a Vigo se iba bajando hasta Pontenova y después subiendo por O Castaño, donde en lo que hoy es el cruce con la Gran Vía estaba el fielato. Otro se situaba en o Pontillón, delante de Santo Tomé".

Estaba la escuela de don Pedro Argibay, "un castellano republicano que vivía en Pontenova y había otra de Mediero que funcionaba sólo por las tardes".

¿Juegos...? "Los de siempre. Unas piedras en la carretera haciendo de porterías y una pelota de trapo, mariquitillas, y el escondite aprovechando, a veces, para algún roce fugaz entre niños y niñas". En los años cincuenta se celebraba la Fiesta de la Juventud, con verbenas interminables que acababan a las ocho de la mañana.