"Mi escultura es para tocar"

C.G.M. / VIGO

El escultor José Molares (Vigo, 1961), autor de la estatua de Julio Verne que presidirá, a partir del lunes, el muelle de la Marquesina, en la bocana del Náutico, no entiende el arte público si no es para el disfrute de los ciudadanos. "Mi escultura es para tocar. Quiero que la gente la toque, que se siente a conversar en su base de piedra. Que guste a cuanta más gente, mejor. Incluso que le cambie de nombre", explica ufano el artista, que cumple con este encargo uno de los deseos de su vida.

"Es un sueño cumplido y, por ello, me he empleado a fondo en su realización", confiesa Molares, que creó un Julio Verne sentado sobre los tentáculos de un monstruo abisal como los que inmortalizó el literato francés en "Veinte leguas de viaje submarino". El grupo escultórico, realizado en bronce, pesa cerca de una tonelada y será inaugurado por la alcaldesa el próximo lunes.

En el año del centenario de la muerte del genio de la ciencia ficción, quien en vida mantuvo contacto físico y literario con la ciudad, Vigo se suma así a los homenajes que se suceden por el mundo. Y lo hace sacando a la calle la obra de un artista que, hasta la fecha, sólo disfrutaban los particulares. "Ojalá suponga un salto cualitativo en mi carrera", asegura el escultor, cuya gran parte de su producción artística está íntimamente relacionada con el mar.

En un primer momento, José Molares se planteó realizar un pescador, pero fue la propia alcaldesa quien le sugirió la idea de homenajear a Verne. Dicho y hecho. "Tras un mes dándole vueltas y documentándone, y tras rechazar la idea de centrarme en la figura de capitán Nemo, me decidí por esculpir al propio Verne sentado sobre uno de sus monstruos marinos", relata el escultor vigués.

En los tres bocetos que realizó en papel, escritor y literato siempre estaban juntos. "Sólo varié algún detalle técnico, pero la idea ya la tenía preconcebida en la cabeza", matiza.

En su estudio de A Ramallosa convirtió el boceto en realidad. Modeló una tonelada y media de barro para convertirla en un Julio Verne maduro, "entronizado" sobre cuatro tentáculos, y que observa el horizonte con mirada lánguida. En su mano izquierda, cómo no, uno de sus libros.

José Molares, que se define como "muy perfeccionista, sobre todo con el paso de los años", sólo tiene en estos momentos "ganas de ver la escultura instalada", así como de enviar toda una retahíla de agradecimientos: "A la alcaldesa, que apostó por mí y mostró una gran ilusión en este proyecto; al concejal José Manuel Figueroa, por su apoyo; a la Fundición Arte Bronce de Goián, por haber realizado un trabajo excelente; a mi familia, con la que compartiré la inauguración; y, sobre todo, a mi mujer Elena, que es quien me agarra a los niños y me permite tener el espacio necesario para crear mis obras".

Molares, quien declara ser un artista que "firma sólo las obras de las que está convencido", prepara ya una estatua de Enrique Peinador, por encargo de la Diputación de Pontevedra, para que luzca en el Gran Hotel de Mondariz-Balneario.

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