La ciudad necesita con urgencia una nueva depuradora de aguas residuales. Esa fue una de las conclusiones de los técnicos que ayer inspeccionaron la planta del Lagares en compañía de un grupo de vecinos de Coruxo y de responsables de la empresa Aqualia. Esta instalación, construida por la Xunta en 1996, no sólo presenta problemas estructurales y de mantenimiento, sino que recibe más del doble del caudal previsto en el proyecto original. Los expertos constataron que más de la mitad del agua residual que recibe se vierte sin depurar a la ría. También consideran que las mejoras que se están realizando para evitar los olores minimizan el problema pero no lo solucionan. Apuntaron, incluso, que habría que barajar su cierre si las deficiencias están en la estructura, después del dinero invertido en reformas.

Para Nuria Vidal, bióloga catalana que colabora con los vecinos afectados, una de las pruebas más evidentes de las anomalías de la depuradora es que la planta de pretratamientos emite más olores ahora que antes de realizarse reformas como el confinamiento de los contenedores de basura o la puesta en marcha de un biofiltro. Esta experta que ha trabajado en proyectos internacionales de depuración de aguas constató que también existen problemas de mantenimiento: "Todos los aspiradores están sucios", comentó Vidal.

Además de poner en duda la eficacia de los biofiltros y los sistemas de depuración del aire instalados en las últimas reformas, los técnicos subrayaron que las emisiones de derivados orgánicos de azufre son más elevadas que lo permitido por la ley, como han denunciado de forma reiterada los afectados.

los afectados, esta depuradora "envenena a los vecinos y a la ría".