La calle que lleva desde 1905 el nombre del escritor cuya obra central es causa de la celebración cultural más sonada del año en España es la que discurre entre Urzáiz y la de Alfonso XIII.

Es por ella, como desembocadura de la Autopista del Atlántico, por la que cada día y cada noche llegan al corazón de la ciudad miles de personas, que se topan de bruces con obras sin fin y origen ya casi olvidado.

"Los coches, al subir por la cuesta y tener que pararse en los semáforos y arrancar, hacen muchísimo ruido y dejan mucho humo; para mí, lo mejor sería que la calle fuera de bajada y que se entrara por aquí a la autopista porque molestaría mucho menos el tráfico", opina Serafín, que comparte con el resto de los vecinos del barrio la preocupación por el estado de una zona que "está en el centro y que podría ser de lo mejor de Vigo".

Los efectos de la "movida "nocturna son también causa de general malestar en el barrio. "Es muy triste que gente que lleva toda la vida viviendo aquí, en un sitio en el que antes podías dejar la puerta abierta, ahora no pueda dormir", afirma Serafín.

Para el veterano carnicero, el cambio que se está produciendo en la zona y que se traduce en constantes operaciones inmobiliarias, en la venta y derribo de viejas viviendas y en nuevas construcciones en el área comprendida entre Alfonso XIII, la propia Cervantes, Martín Códax, Rogelio Abalde e Irmandiños, "puede ser para mejor si se construye bien, porque yo creo que en la vida hay que renovarse o morir; pero ya veremos".