La calle Policarpo Sanz lleva la placa con el nombre del banquero y filántropo nacido en Marín de padres tudenses y muerto en 1889, desde el día de su entierro en Vigo, que fue un apabullante acto por la asistencia y la solemnidad, según relata el cronista oficial de la ciudad, Lalo Vázquez Gil en su libro sobre las calles de la ciudad.

La calle, pavimentada en 1938, es hoy el corazón financiero de Vigo, su principal arteria bancaria y también cultural, al concentrar el centro cultural y el social de Caixanova, el centro social de Caixagalicia, salas de exposiciones y hasta la Alianza Francesa.

Policarpo Sanz, que vivió su infancia en Vigo hasta que emigró a Cuba, trabajó de cajero y, de viaje en Nueva York conoció al empresario Ceballos que le encomendó buena parte de sus asuntos mercantiles.

Casado con una hija de Ceballos, viajó a Vigo poco antes de su muerte y a la ciudad dejó en herencia su fortuna, que era de 346.026 pesos de oro de los de finales del siglo XIX. Además, estableció en su testamento que a los seis meses de morir su viuda se comprase un edificio para construir un instituto, el Santa Irene, en memoria de su mujer, Irene.

También donó el filántropo a Vigo su colección de pintura y fondos para un hospital y escuelas.

En la calle Policarpo Sanz vivió Camilo José Cela en su infancia. En los ochenta, durante el acto de descubrimiento de la placa alusiva a su presencia en la calle, el Nobel gallego evocaba con su conocida sorna los juegos infantiles en la calle "porque no había coches; claro que le hablo del siglo XVI".