Los excelentes pasteles que prepara el maestro repostero de la Casa Blanca son una tentación constante a la que el presidente, Barack Obama, deberá combatir si quiere reducir su colesterol, según explicó el portavoz Robert Gibbs.

El tradicional encuentro con la prensa del portavoz de la Casa Blanca se convirtió en un escrutinio de los pequeños excesos que comete el presidente, después de que ayer, en un chequeo médico, saliera a la luz el aumento de su colesterol y, de nuevo, su incapacidad para dejar completamente el tabaco.

Tras una intensa campaña electoral, en la que tenía unos niveles de colesterol muy saludables, Obama llegó a la Casa Blanca, donde ha disfrutado "de algunas hamburguesas más y, según él mismo admite, de algunos postres más que el año anterior", dijo Gibbs.

Eso ha hecho que el nivel en sangre de LDL, conocido como el colesterol malo, haya aumentado hasta los 138 miligramos por decilitro de sangre. La Asociación Estadounidense del Corazón considera que un nivel entre 130 y 159 están en el límite de lo saludable.

Tras recibir su informe médico, Obama comentó, según dijo Gibbs, que iba a hacer un esfuerzo de constricción y decir "no" más a menudo a la hora de tomar postre.

En el pasado, Obama ha comentado a la prensa cómo disfruta los excelentes dulces que prepara el repostero jefe de la residencia oficial. Ahora, el presidente se verá obligado a "apartar de la mesa el pastel que le pongan enfrente de él", dijo Gibbs.

El portavoz dejó claro que el chef seguirá horneando como de costumbre, aunque ahora Obama tendrá que echar mano más a menudo de la "contención presidencial".

Otro tema de comentario fue el tabaco, un habito que el presidente combate desde antes de llegar a la Casa Blanca y que, según reconoció el pasado verano, tiene controlado al 95 por ciento.

Pese a la insistencia de los periodistas, Gibbs no pudo dar detalles de cómo se las ingenia Obama para fumar en la Casa Blanca, donde está prohibido el humo en el interior del edificio, y fuera de la vista de sus hijas y su esposa, Michelle, que detesta el tabaco.

"No paso con él las 24 horas del día", se excusó el portavoz, incapaz de dar respuesta a la prensa.

Sí afirmó que el presidente sigue con los chicles de nicotina para combatir la abstinencia, y que es consciente de que su recaída no es solo un asunto personal o familiar, si no que crea un mal ejemplo para toda la nación.