Alarmas, móviles y alejamiento de la persona violenta: el nuevo blindaje a trabajadoras del SAF
El protocolo de seguridad incluye la colaboración con los servicios sanitarios y casos donde podrá ir acompañada al domicilio

Una trabajadora del SAF en Tomiño, con una beneficiaria del servicio. / FdV

Usar dispositivos de seguridad como una alarma silenciosa —en cuyo manejo serán entrenadas—, alejar temporalmente a la persona conflictiva del hogar para garantizar la integridad de la trabajadora y que esta tenga el teléfono móvil operativo todo el tiempo de la atención, con los números de la coordinadora y de emergencias guardados. Son algunas de las medidas incluidas en el borrador del nuevo «Protocolo para la prevención y actuación ante situaciones de violencia laboral externa en el Servicio de Ayuda en el Hogar (SAF)», que busca blindar la seguridad de las más de 12.300 personas que se ocupan en Galicia del servicio.
Además, podrán ir acompañadas a la vivienda de pacientes con enfermedad mental grave —si se observa alguna descompensación y cuando no se pueda dictar una medida cautelar de suspensión del servicio por parte de la Xunta—.
La colaboración con los servicios sanitarios —personal de atención primaria o unidades de salud mental— a través de los servicios sociales municipales también se contempla, con el fin de evitar cualquier forma de violencia, ya sea física, psicológica o sexual. El borrador elaborado por el Instituto de Seguridade e Saúde Laboral de Galicia (Issga), en colaboración con la Consellería de Política Social, ya fue remitido por la Xunta a la Federación Galega de Municipios e Provincias (Fegamp) y la mesa de trabajo volverá a reunirse y revisarlo el 4 de noviembre.
El próximo miércoles se cumplirán cuatro meses de la muerte de Teresa de Jesús, una trabajadora del SAF de O Porriño de 48 años, asesinada por el marido de una dependiente a la que atendía. Impedir no solo que un desenlace tan dramático vuelva a propiciarse, sino minimizar los riesgos de violencia en el servicio, está en los objetivos del documento. También, recomienda instruir a las trabajadoras en habilidades específicas en materia de prevención de la violencia, comunicación efectiva, resolución de conflictos y control de la tensión.
La fallecida Teresa había trasladado a la empresa su deseo de dejar el servicio en dicha vivienda, explicando que había sufrido un caso de acoso presuntamente sexual el día anterior a su crimen. El texto del protocolo incluye ahora: «En caso de agresión con lesiones físicas y psíquicas» tras comunicar el parte de accidente de trabajo, «si no se puede suspender el servicio, no volver a asignar a la misma trabajadora a ese domicilio».
Asimismo, cumple con una reivindicación de las trabajadoras —que criticaron ir «a ciegas» a las viviendas—. El texto incide en informar sobre los domicilios asignados en los que haya «riesgos potenciales», como personas con alcoholismo, enfermedades mentales graves o neurodegenerativas. También incluye medidas de prevención como minimizar las rotaciones de personal en casas de usuarios con enfermedades neurodegenerativas y no destinar a trabajadoras con menor experiencia a domicilios con mayor riesgo.
Cómo actuar ante una situación violenta
El protocolo refuerza la figura de la persona coordinadora del SAF, que deberá intensificar el seguimiento de los domicilios considerados de riesgo, evaluar la seguridad de las trabajadoras y proponer medidas correctoras inmediatas. El apartado 8 del documento detalla cómo deben actuar las trabajadoras ante una posible situación violenta. La primera clave es mantener una actitud preventiva: no facilitar datos personales, evaluar el entorno antes de entrar en el domicilio, comunicar cualquier indicio de peligro y disponer siempre del móvil .
Si se detecta un ambiente hostil —por ejemplo, alteraciones de ánimo en la persona usuaria, presencia de animales peligrosos o convivencia con familiares agresivos—, se recomienda no acceder al domicilio y comunicarlo de inmediato. También se aconseja analizar las vías de salida de la casa, procurar buena iluminación y evitar llevar objetos de valor.
Si la tensión aumenta, la profesional debe hablar con serenidad y evitar provocaciones. Si la agresividad crece, debe suspender la actividad, mantener distancia y salir del domicilio, avisando a coordinación. En caso de agresión o intento, debe abandonar el lugar, activar la alarma y llamar al 112. Luego, se informará al SAF y a la administración local para activar la atención sanitaria, psicológica y legal. Las entidades pueden aplicar medidas correctoras o sanciones, bajo el principio de «tolerancia cero» ante la violencia laboral.
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