Opositar con ayuda profesional: «Me gasté 5.000 euros en dos años»
Aspirantes a docente cuentan el gasto que les suponen las academias o los preparadores a los que acuden durante meses para afrontar con ciertas garantías las pruebas

Aspirantes en las últimas oposiciones de Educación de la Xunta, en Santiago. / Xoán Álvarez
Opositar para ser docente es un proceso intenso y costoso. Implica echar horas, sacrificar el tiempo libre y (no menos importante) dinero. Para muestra la pasada convocatoria en Galicia, que acabó el 20 julio, en la que no se logró el pleno de aprobados y quedó vacante el 14% de las plazas.
Ante una larga lista de temas que estudiar y una unidad didáctica que elaborar para sorprender al tribunal, son muchos los que optan por buscar ayuda en profesionales. Estos aspirantes recurren habitualmente a academias o preparadores —presenciales u online— para superar el proceso con mayor confianza. Eso sí, implica un desembolso costoso. A mayores del importe mensual, que suele rondar los 150 euros. Si se acude a clases durante un curso de nueve meses, el importe final superaría los mil euros. Además, algunos centros o particulares exigen el pago de una matrícula y materiales que pueden superar los 800 euros.
Una profesora y una maestra que acaban de obtener su plaza cuentan para este reportaje sus experiencias durante el proceso, en ambos casos de más de un año y con un gasto superior a 4.000 euros. También lo hacen otras dos jóvenes que están en ello.
«Oposité durante tres años»
«En total me dejé cinco mil euros». Así comienza Carmen Paz, que este 2025 logró una plaza como profesora de Primaria en la zona de Ferrol. «Oposité durante tres años. Empecé en 2023, pero solo salió una plaza para ser tutora, que era mi especialidad. Al año siguiente me quedé en listas y este logré aprobar», cuenta. Comenzó su andadura en una academia genérica, que cuenta con un equipo de profesores en numerosas disciplinas, desde policía a profesores o administrativos. En la entidad indican que su matrícula cuesta 50 euros y la mensualidad 150.
Sin embargo, aunque Paz afirma que estuvo bien ese primer año, decidió que necesitaba cambiar de sitio para la siguiente oportunidad. «Sentía que requería una formación más concreta y que se adecuase a mí. Ahí opté por una preparadora», indica. Estaba más cómoda, pero en su tercer curso cambió de nuevo a una academia y encontró el sitio óptimo: «Fue la mejor opción. Los correctores contactan con las academias para hacer sus rúbricas y corregir», afirma.
Confiesa que, pese al gasto, mereció la pena, aunque precisamente eso fue su talón de Aquiles: «Lo más complicado del proceso fue intentar no pensar en el dinero que estaba invirtiendo y no saber si lo iba a conseguir. Me privé de muchas cosas e intentaba gastar solo lo esencial en el resto de mi vida», confiesa.
Precisamente a causa del dinero muchos opositores no pueden dejar de trabajar mientras estudian. Es el caso de Andrea Rodríguez, una joven de A Laracha que también invirtió alrededor de 5.000 euros en dos años. Por las mañanas estudiaba el temario y por las tardes trabajaba en un gabinete como psicopedagoga. «É un prezo alto e se non te pagan os teus pais tes que ter emprego», indica.
Optaba a una plaza del cuerpo de maestros, en Pedagogía Terapéutica. Y se enfrentaba a un proceso del que «non tiña nin idea, máis aló de saber o funcionamento do sistema educativo». Por ello, buscar ayuda era la opción más razonable. Tuvo dos preparadoras y en la segunda encontró a la persona indicada. «Puiden organizar o meu estudo diario e entrar en contacto con fundacións e asociacións relacionadas co meu ámbito. Ademais axudoume cos casos prácticos», explica.
La burelesa Cristina Fernández se encuentra en estos momentos inmersa en el proceso de sacarse una plaza en la especialidad de Audición y Lenguaje. Lleva siete años trabajando como logopeda, pero busca la comodidad de ser funcionaria. Durante el proceso continuará con su jornada laboral y precisamente por eso optó por dilatar el estudio dos años. «Es inasumible hacerlo en uno, tendría que comportarme como un robot. Estudiar seis horas y a continuación trabajar. Sin permitirme momentos de debilidad», opina.
Cuanto más tiempo, más dinero. De ello es consciente, pero es su forma de ver luz al final del túnel. En su caso optó por una preparadora online. Pagó cerca de 800 euros de matrícula y materiales y ahora se enfrenta a mensualidades de 170.
Alba Fernández, de Ourense, está en su segundo año de oposición, también para maestra de Audición y Lenguaje. Acude a una preparadora que le cuesta 170 euros mensuales. «En Galicia hay muy pocos profesionales específicos para mi especialidad, las academias no suelen ser una opción en nuestro caso porque están más enfocadas en Primaria, Infantil o Secundaria. Y además son más caras», indica.
Otra de las dificultades con las que se encuentran en el proceso es la ausencia de un temario oficial que estudiar. Es algo que también resta posibilidades de ir por libre. «No hay nada oficial, todo depende de las academias privadas», señala Alba. «Es muy caro pero es lo que hay. Sería ideal que en la universidad hubiese un año o un curso a mayores para orientarnos en todo esto, sobre todo porque la mayoría opositamos como salida profesional», añade.
Pasa lo mismo con la legislación, los aspirantes deben de estar al tanto de todo lo que se aprueba.
Los profesores de Secundaria no tienen un panorama distinto, aunque tengan más plazas disponibles. Los precios de las academias también superan los 150 mensuales y la exigencia no es menor.
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