Medio Rural explora el uso de drones para combatir la plaga que afecta al maíz en Galicia
Aún existen limitaciones normativas a la aplicación de fitosanitarios

Un dron aplicando abono sobre el maíz en Galicia. | Fdv

La Consellería do Medio Rural explora el uso de tratamientos aéreos con drones, para estudiar soluciones frente a la plaga defoliadora que desde hace dos años causa estragos en cultivos de maíz forrajero en zonas como Zas, Trazo, Ordes o en otras zonas de la provincia de Lugo. Aunque no existe aún un proyecto cerrado, tras los contactos con una empresa gallega especializada, aseguran que se están valorando posibles ajustes normativos que permitan avanzar en la aplicación de productos fitosanitarios con aeronaves no tripuladas.
El director xeral de Gandaría, Agricultura e Industrias Agroalimentarias, José Balseiros se reunió recientemente con el responsable de la empresa gallega Beniu, el pontevedrés David Blanco, especializado en servicios agroforestales mediante el uso de drones.
El objetivo era abrir una nueva vía de colaboración para aplicar estas tecnologías al campo gallego y concretar esta cooperación técnica, centrada sobre todo en mejorar los servicios de sanidad vegetal: avanzar en el control de plagas y enfermedades mediante aplicaciones más eficaces y sostenibles. Por su parte Beniu, empresa con sede en Ponteareas, desarrolla desde hace años labores en diferentes puntos del territorio español puesto que la fue una de las ocho autorizadas en 2022 para aplicar fitosanitarios por vía aérea. Sus drones sobrevuelan campos de cítricos en Valencia y cultivos en Extremadura para el control de plagas y en general, para detectar plagas con cámaras multiespectrales.
«Fue una reunión exploratoria en la que expusimos el problema y la necesidad de actuar con tratamientos alternativos, sobre todo en zonas donde los métodos tradicionales no son viables», explica David Blanco. Un ejemplo estaría en los densos campos de maíz y otro en campos de cultivos que suelen anegarse, como en Xinzo de Limia. El problema al que aluden desde el sector es que en Galicia aún no hay productos con registro específico para su uso aéreo sobre cultivos como el maíz, a diferencia de otras comunidades, donde estas técnicas ya se aplican con respaldo normativo de autorizaciones específicas.
La empresa plantea, además, desarrollar proyectos piloto en colaboración con Agacal (Axencia Galega da Calidade Alimentaria) para probar tratamientos innovadores en cultivos afectados, definir protocolos técnicos y promover formación especializada. En este sentido, Beniu está homologada como centro de formación para pilotos aplicadores y operadores de drones. Y ha sido reconocida a nivel estatal por sus avances en control biológico con drones. «Hemos adaptado sistemas de liberación para soltar insectos beneficiosos, depredadores naturales de plagas como la araña roja o la mosca blanca, lo que va en línea con nuestros valores éticos y de sostenibilidad», subraya Blanco. Asimismo, trabajan con otra comunidad española en un proyecto de eliminación de la procesionaria del pino.
Por otra parte, la recién creada Asociación Galega das Castañas e dos Soutos también se plantea recurrir a los dispositivos aéreos no tripulados para hacer frente a los graves problemas de abandono y falta de relevo generacional que sufre el sector, a los que se suman enfermedades y plagas que las amenazan.
Galicia, con 40.000 hectáreas de castaños y una industria que exporta el 89% de su producción, apenas logra cubrir con producto propio una cuarta parte de la demanda de las industrias transformadoras, aseguran desde la citada Asociación. La tinta, el chancro y la avispilla —especies invasoras—, junto a enfermedades autóctonas como la antracnosis y plagas como el hongo Gnomoniopsis, están detrás de esta caída.
El objetivo es fortalecer estas frondosas caducifolias atlánticas ante las crecientes amenazas del cambio climático y la expansión de plagas y enfermedades, que han reducido la producción en los últimos años.
Del druida al dron: los «sanadores» de soutos
Galicia vuelve a mirar a sus castaños, pero esta vez desde el cielo. La Asociación Galega da Castaña e dos Soutos celebra esta semana en Samos una jornada técnica para probar el uso de drones con bioestimulantes. Bajo el evocador lema «De los druidas a los drones. Sanadores de nuestros soutos», la iniciativa alude al vínculo ancestral con estas especies — el roble era el árbol más sagrado y venerado por los antiguos celtas— y la óptica actual incluye herramientas de última generación.El ensayo se realizará en un souto del municipio de Samos, propiedad del joven ganadero y castañicultor Saúl Sánchez, que combina la recogida de castañas con ganadería regenerativa. En la jornada participarán además la tecnológica gallega Beniu —especializada en tratamientos agroforestales con drones—, la empresa Agrobío SL, referente estatal en biofertilizantes, y el profesor Pedro Álvarez Álvarez, experto en castaños de la Universidad de Oviedo y natural de A Fonsagrada.La experiencia busca sentar las bases para una estrategia sostenible y tecnificada de protección y revitalización de los soutos gallegos, especialmente en zonas clave.El interés por proteger especies como el castaño y el roble, de alto valor ambiental y paisajístico, se está intensificando ante amenazas como la Lymantria dispar, una oruga defoliadora que afecta a frondosas en expansión. La falta de tratamientos específicos autorizados o la dificultad de aplicar productos en terrenos escarpados hacen que los drones se posicionen como una herramienta estratégica.
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