Más de un centenar de refugiados de Mali tiene trabajo y un futuro incierto en Galicia

Un 20% de ellos, además de tener un empleo, pudo buscar vivienda

La nueva ley de extranjería dificulta que los beneficiarios de asilo computen su tiempo aquí al finalizarlo

Cuatro refugiados de Malí en Mondariz, antes de ir a Bueu, Sanxenxo y Allariz

Cuatro refugiados de Malí en Mondariz, antes de ir a Bueu, Sanxenxo y Allariz / Marta G. Brea

Vigo

Malí es un país en conflicto. Desde hace cinco años gobierna una junta militar voraz con los derechos de sus ciudadanos. Mismamente, la semana pasada suspendió de manera indefinida toda actividad política, tanto de partidos como de asociaciones. Los militares dieron un golpe de estado en 2020, se intentó una transición que no ocurrió y, como resultado, hubo un nuevo golpe un año después. En ese momento, se acercaron a Rusia y ahora es un aliado a través de sus mercenarios.

Millones de personas salieron del país dada su peligrosidad, escapando a un lugar seguro. En España cerca de tres mil obtuvieron la protección internacional y unos 200 llegaron a Galicia hace menos de un año. Tras pasar una larga temporada en Mondariz, fueron reubicados entre Bueu (106), Allariz (60) y Asturias (35). En Sanxenxo también están otros 70, aunque entre ellos también hay algunas personas procedentes de Senegal, Gambia y Mauritania.

Tras un necesario periodo de adaptación, algunos ya tienen trabajo e incluso viven ajenos a las alternativas que les ofrecieron desde la ONG que les atiende, Accem. Otros todavía tratan de aprender el idioma. Pero, en cualquier caso, con la reforma de la ley de extranjería que entra en vigor el próximo 20 de mayo, van a tener complicado continuar su periplo en la comunidad. La nueva normativa no computa el tiempo que un extranjero pasa en el país bajo la figura de asilo o de protección internacional con el arraigo social. Es decir, si un refugiado está dos años en Galicia con este estatus, al finalizar será como si nunca hubiese venido. Tendrá que empezar de cero, aunque tenga trabajo y una vida personal no le valdrá para demostrar su pertenencia al país.

Con esa nube de incertidumbre sobrevolando, el presente importa y solventar el día a día es también urgente. La asociación Accem ayuda a las 200 personas de Malí que están en Galicia en este momento. En Allariz se están quedando en el albergue municipal y en Bueu y Sanxenxo en un hotel. Está previsto que permanezcan ahí hasta que, consiguiendo un trabajo, puedan independizarse.

Es el caso de 20 de ellos que están empleados en el sector de congelados y de procesado de pescado. Viven repartidos en diferentes partes de la provincia de Pontevedra.

En vías de alcanzar el mismo estatus de autonomía están otros 24, que trabajan pero todavía viven en el Bueumar, el hospedaje habilitado para ellos vía Accem. Están incorporados en diferentes sectores de O Morrazo, como el de la construcción, hostelería, una fábrica de poliéster, mecánicos y marineros. También en el sector de los congelados.

El resto están todavía formándose, tanto para lograr un empleo, como para aprender algo de español.

Por ejemplo, a través de la Fundación Laboral de la Construcción hay varios preparándose para el oficio. A otros tres les enseñan como reparar barcos de recreo en Marín, también tres aprenden fontanería en el CIFP Valentín Paz Andrade y 16 estudian carpintería, en Vigo y Pontevedra.

Desde el primer momento, se trató de fomentar una buena convivencia: «O concello de Bueu colaborou como administración máis cercana, non só en formacións como manipuladores de alimentos ou coñecementos dixitais, senón tamén en diferentes espazos como unha asamblea coa veciñanza», explica Daniel Bóveda, coordinador de la ONG.

En esto encuentros, empresarios de la zona expresaron su voluntad de contratarlos, hacen falta, pero también constatan la traba que supone no poder costear una formación. La mayoría se dedican a profesiones a las que pudieron acceder mediante a cursos públicos, como es el caso de los que están estudiando carpintería en el CIFP Paz Andrade o en el CIFP A Xunqueira.

Por otra parte, la mayoría de los 60 que habitan en Allariz se acomodaron a los empleos de la zona. La alcaldesa, Cristina Cid, celebra que los demás tienen la documentación preparada para poder trabajar: «Están tratando de porse ao día có idioma porque hai moitas empresas interesadas na súa contratación», indica. Por ahora, se adaptan a la hípica, la construcción o la hostelería.

En Sanxenxo, donde además de refugiados hay solicitantes de asilo, se da la misma casuística.

¿Y después?

Con la nueva ley de extranjería que está a punto de entrar en vigor, el futuro de estos refugiados se torna incierto. El abogado cubano Arián González explica que el nuevo reglamento es ambiguo: «Las personas se van a quedar en un limbo legal, tendrán que esperar mucho tiempo para conseguir un permiso de trabajo otra vez».

Por su parte, Bóveda, dice que lo que preocupa es «que non haxa oportunidades e seguridade xurídica. En ocasión vense abocados á economía sumerxida ou as axudas sociais, sendo persoas formadas e con experiencia. Nós tentaremos buscarlles solucións dentro do sistema cando cheguen as denegacións de asilo».

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