La UE obliga a los barcos a usar «embalajes de alta calidad» tras el vertido de pélets del «Toconao»
Bruselas sella un preacuerdo para que los cargueros avisen inmediatamente si pierden mercancía contaminante

Voluntarios recogiendo pélets en la playa de Patos. | R. Grobas

El 8 de diciembre de 2023, el barco carguero «Toconao» perdió seis contenedores frente a las costas de Portugal. Entre la carga extraviada, había 27 toneladas de pélets de plástico. Unos días después, estos microplásticos que miden menos de 5 milímetros pero son altamente contaminantes empezaron a llegar a las costas gallegas y desataron una tormenta política, incluida manifestación en Santiago en defensa del mar y en contra de la gestión autonómica del suceso. El recuerdo del «Prestige» y la convocatoria de las elecciones autonómicas para dos meses después alimentó la tensión y la preocupación. No se sabe cuántas de esas bolitas de plástico llegaron a los arenales gallegos, pero el dispositivo de recogida de la Xunta y la labor de los voluntarios permitió recuperar más de 4.800 kilos de pélets.
La crisis medioambiental puso los pélets en el punto de mira y en ese momento en Bruselas se trabajaba en un reglamento para prevenir las pérdidas de pélets con el fin de reducir la contaminación por microplásticos. En el borrador, nada se decía del transporte marítimo de estos microplásticos, pero en el acuerdo provisional que sellaron Consejo y Comisión europea en la noche del martes ya aparece. Y es gracias a lo que pasó en Galicia. Cuando la norma se apruebe y con el plazo de tres años para su aplicación, los pélets transportados por vía marítima deberán «ir embalados en envases de alta calidad, correctamente sellados, con información clara sobre la carga y cumpliendo con instrucciones específicas de estiba», explicaban ayer a FARO fuentes de Bruselas. El objetivo es evitar que otro carguero desate un accidente medioambiental como el del «Toconao». La obligación de un sellado de alta calidad es fundamental porque hay que anticiparse y evitar las fugas de pélets, porque casi es imposible rescatarlos del mar o de la arena.
Además en caso de accidente, los operadores deberán notificar inmediamente a los servicios de emergencia y tomar todas las medidas necesarias para minimizar el impacto ambiental. En el caso del «Toconao», el carguero siguió su rumbo y Galicia supo del problema cuando los pélets empezaron a llegar a las playas.
Los eurodiputados gallegos reaccionaron ayer al acuerdo, a petición de este diario. «Es una buena noticia para nuestro mar. Lo ocurrido en Galicia sensibilizó a las instituciones europeas y provocó que las posiciones defendidas por los socialistas fueran finalmente aceptadas, tras mucha resistencia del PP», explicó el socialista Nicolás González Casares.
El eurodiputado del PP Francisco Millán Món aplaude el acuerdo porque es «esencial reforzar la seguridad en el transporte marítimo para evitar vertidos de pélets» y explica que una enmienda suya para incluir el transporte marítimo en la nueva regulación fue vital para el avance. «Ahora necesitamos una diplomacia decidida por parte de la Comisión Europea en la negociación del Tratado de Naciones Unidas sobre Plásticos y también en el seno de la Organización Marítima Internacional».
Por su parte, Ana Miranda, del BNG, subrayó que la normativa «se ha endurecido después de la catástrofe ambiental gallega y gracias al trabajo del Bloque, exigiendo la inclusión del transporte marítimo». Galicia “está en uno de los corredores marítimos más sensibles de toda Europa y nuestra costa tiene que estar protegida contra estas pérdidas», agregó.
El reglamento será de obligado cumplimiento para los operadores que manejen más de cinco toneladas de pélets plásticos al año, así como transportistas de la UE y de terceros países. Estos operadores tendrán que implementar planes de gestión de riesgos específicos para prevenir, contener y limpiar cualquier pérdida de pélets.
El embalaje, etiquetado o ficha de datos de seguridad que acompañe a los peléts deberá incluir un pictograma específico y una advertencia sobre los impactos ambientales de la pérdida de estos microplásticos.
El accidente del «Toconao»· es la punta del iceberg. Cada año se pierden en Europa 160.000 toneladas de estos microplásticos que no se biodegradan.
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