Galicia almacena tierras raras, pero carece de permisos de exploración

Ahora mismo estos recursos mineros son casi las materias primas más codiciadas del mundo por ser claves en el desarrollo tecnológico y por su enorme dependencia de China

Cima del monte Galiñeiro, en Gondomar

Cima del monte Galiñeiro, en Gondomar / Marta G. Brea

X. A. Taboada

X. A. Taboada

Santiago

La guerra de Ucrania, el cambio de paradigma en las relaciones económicas y políticas de Estados Unidos y la inmensa dependencia por parte de la UE de China para el suministro de materiales críticos procedentes de la minería ha puesto el foco —y planes especiales— más que nunca en la explotación de las llamadas tierras raras con el objetivo de identificar los recursos minerales de los que dispone España —y el resto de países— considerados estratégicos por la UE para fabricar baterías y casi todas las tecnologías de última generación.

La Comisión Europea ultima la presentación de los primeros proyectos estratégicos para promover la extracción de estos minerales y España ha dado «el pistoletazo de salida» para activar el primer programa nacional de exploración minera en democracia con el objetivo de identificar los recursos estratégicos de que dispone, que ahora mismo son las materias primas más codiciadas del mundo.

Galicia dispone de tierras raras, se ha comprobado su existencia y hasta se está extrayendo uno de estos materiales, aunque de forma subsidiaria, en una mina de áridos, pero está huérfana de proyectos de explotación y sondeos, al menos por el momento, a la espera del impulso que llegará de los planes de España y de la UE. «Actualmente no hay permisos activos para su exploración», asegura la Consellería de Economía e Industria.

Los materiales gallegos

¿Qué es lo que hay en Galicia? Pues materias primas críticas como antimonio, barita, grafito natural, niobio, tántalo, wolframio, silicio metálico, magnesio, cobalto, monacita, platino, litio o titanio, indica la Xunta. Otra cosa es que se exploten comercialmente.

En todo caso, la información de la que se dispone sobre la presencia de estos elementos en Galicia es «escasa», según Irene Pérez, doctora en Geología y responsable de la Oficina Técnica de la Cámara Oficial Mineira de Galicia.

Las «evidencias» de concentración de tierras raras las sitúan al oeste de la comunidad: en la Serra do Galiñeiro, situada entre Vigo y Gondomar, donde se ha probado la existencia y en otros lugares donde se ha documentado la presencia de arenas con minerales que contienen materiales críticos, como en la cuenca del río Miño y en playas de las rías de Arousa y de Vigo, precisa la experta.

Única extracción... pero secundaria

Pero no hay una actividad minera dedicada exclusivamente como tal a su extracción. En Galicia tan solo hay un sitio donde se explota, aunque de forma secundaria. Lo hace la empresa Áridos do Mendo en su mina de áridos para construcción ubicada en Salvaterra do Miño, que también «cosecha» oro y «alto contenido de monacita, de la que luego se obtienen las llamadas tierras raras», indica Irene Pérez. «Esto la convierte en la única empresa gallega con este tipo de extracción de materiales estratégicos», destaca.

En Penouta (Viana do Bolo, Ourense) se aprovechaba coltán en una mina de estaño, pero ya se ha clausurado.

«La creciente demanda de tierras raras debido a sus múltiples propiedades y aplicaciones en tecnología, medicina, automoción, energías renovables, iluminación... hace posible que los países poseedores de grandes depósitos ganen influencia sobre la economía y la geopolítica global», sostiene la doctora en Geología.

El 60% de la producción mundial se hace en China, lo que genera una gran dependencia en el resto del mundo. De ahí que la UE y España quieran identificar con qué recursos cuentan en su territorio para reducir esta dependencia, aunque sus planes son todavía muy incipientes. «La complejidad de la extracción y procesamiento de las tierras raras es un gran desafío para el sector minero, pero los expertos consideran que la ciencia puede ofrecer importantes soluciones para facilitar su aprovechamiento», explica Irene Pérez.

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