Entrevista

Hugo Morán, Secretario de Estado de Medio Ambiente: «No gestiono el lobo por sensibilidad personal, sino por el interés general»

«En julio tendremos los informes que dirán si la especie se encuentra en situación favorable o desfavorable»

Hugo Morán, en Oviedo.

Hugo Morán, en Oviedo. / Miki López

Mariola Riera

Oviedo

Cualquier decisión se tomará en función de criterios científicos. De ahí no se apea Hugo Morán (Campomanes, Lena, 1963) para defender la actual gestión del lobo como especie protegida en España, algo por lo que le llueven críticas de los profesionales del campo, hartos de los ataques al ganado. El secretario de Estado de Medio Ambiente habla de esta y otras cuestiones de su departamento, muchas de máxima actualidad.

-El Convenio de Berna ha rebajado la protección del lobo. ¿Tendrá efectos prácticos en España?

-España ratificó el Convenio de Berna en 1986 con una reserva, la de que el lobo, que figuraba en el anexo 2, donde se recogen las especies de fauna estrictamente protegidas, se incluyera en el 3, el de las especies simplemente protegidas, respecto a las cuales se dice que, si no hubiera otra solución satisfactoria que evitase daños, se permite la captura y muerte por procedimientos selectivos.

-Entonces, lo que ha incorporado ahora Berna es lo que estaba ya en vigor en España.

-Efectivamente. Por tanto, la estrategia actual en vigor permite lo que el convenio acaba de aprobar: la captura e incluso muerte si es necesario. Esto ahora se aplicará en los países que no estaban en esa excepción.

-Pero aquí, al incluir al lobo en 2021 en el Listado de especies en régimen de protección especial, el famoso Lespre, no se le puede eliminar. Ahí Berna poco tiene que decir, ¿no?

-Así es. Los cambios de Berna en este caso no nos afectan para nada al estar el lobo en el Lespre. Esto fue porque tras el último informe sexenal remitido en el año 2019 hubo un colectivo que solicitó esa catalogación y un comité científico independiente con 19 miembros que, por cierto, la amplia mayoría están designados a propuestas de las comunidades autónomas, lo avaló.

-¿Y qué debe darse para que salga?

-Debería haber una constatación científica de que el lobo ya no está en la situación en la que estaba en aquel momento. Es imposible de saber hasta un nuevo análisis conjunto de la población.

-¿De qué fecha estamos hablando?

-El informe sexenal nuevo hay que remitirlo a Bruselas en julio.

-¿Qué cifras darían pie a sacarlo del Lespre?

-Lo que tenemos ahora son las cifras de los censos de las comunidades autónomas. Una vez que salvemos algunas disfunciones, como por ejemplo, ver a qué territorios se asignan las manadas que figuran compartidas entre distintas comunidades, sabremos cuál es la situación real del conjunto. Esos datos se agregan mediante un modelo que no es interpretable, que la Comisión Europea establece para todos los países. El propio sistema determinará con los datos incorporados si la especie se encuentra en situación favorable o desfavorable. En julio ya deberíamos saberlo de forma preliminar .

-Los ganaderos dicen que la población de lobo está desmadrada.

-El criterio científico es el que hay que atender más allá de la percepción que se tenga de la situación. ¿Con qué nos encontramos en el Ministerio? Pues con que hay ciudadanos, colectivos, asociaciones, sectores que consideran que el régimen de protección del lobo es excesivo, pero al mismo tiempo otros creen que está desprotegido. Aquí no se puede prejuzgar, hay que dar exactamente el mismo tratamiento a unos y otros. No estoy aquí para gestionar en función de mi sensibilidad personal, sino que debo intentar conciliar objetivamente lo que es la defensa del interés general.

-Ya, pero la desesperación de los ganaderos crece. ¿Qué les dice?

-¿Cómo no vamos a entender, y es perfectamente entendible, además, en mi caso porque lo vivo en el entorno, que un titular de una explotación ganadera que sufre daños se considere lesionado en sus intereses y pida que se busquen soluciones? Pero, ¿cómo no voy a entender también que personas que viven en territorios en los cuales el lobo fue exterminado o que creen que está desprotegido ante un alto nivel de furtivismo pidan exactamente lo contrario? Insisto, equilibradamente hay que atender las legítimas aspiraciones de unos y de otros, cosa que, como es obvio, no resulta fácil.

-También hay debate con especies como el salmón, cuya temporada de pesca empieza en breve, o la angula. Las estadísticas dicen que van a menos. ¿Ve bien prohibir su pesca?

-En el caso de la angula, ya hay una petición que se está tramitando en el Ministerio de que se considere la especie en peligro de extinción. Es una situación que a nivel mundial está muy consolidada. Y con cualquier otra, como el salmón, lo razonable es seguir exactamente el mismo procedimiento, con los datos disponibles, escuchar el diagnóstico de la ciencia y seguir sus recomendaciones.

-La ciencia manda, ¿y la política?

-Es verdad que, en último término, no son los científicos los que deciden. Pero en estos tiempos en los que el negacionismo campa por sus anchas en determinados ámbitos, no parece razonable que las administraciones, garantes de la protección de bienes comunes, tomen decisiones en contra de lo que dice la ciencia.

-Cambiemos de tercio. ¿Peligra o choca el modelo industrial asturiano con los planes verdes de Europa?

-Yo no utilizaría la palabra peligro. Tenemos un modelo en Asturias que lleva un largo recorrido de transición del industrial convencional al del siglo XXI.

-¿Hay riesgo de que Europa reduzca su apuesta verde o frene la descarbonización viendo el giro político que impone Donald Trump?

-El mayor riesgo que se puede correr en estos momentos es estancarse, quedarse parado y, mucho peor, pretender volver al pasado. Es verdad que durante mucho tiempo Europa y el mundo en general se ha mirado en el modelo norteamericano, en su capacidad de innovación y de avance, al ser líderes en innovación tecnológica fundamentalmente. Muchos ojos se colocan ahora en China y vemos como en varios casos está en condiciones de adelantar a EE UU en inversión, en nuevas tecnologías, en nuevos modelos industriales. Pero vincular eso a la renuncia a la descarbonización es como si Trump creyese que el cambio climático va a negociar con él o que le puede imponer condiciones. Y no es así por muy primera potencia mundial que se crea.

-Quiere decir que el carbón es pasado y punto, tenemos que tener eso claro y seguir hacia adelante.

-O eso, o asumir las consecuencias de que seremos responsables de encaminar al planeta y a las generaciones venideras probablemente a unas condiciones de vida, no sé si inasumibles, pero desde luego mucho peores que las que nosotros hemos disfrutado.

-¿Y cómo convencemos a los ciudadanos de reciclar más? ¿A golpe de sanción?

-Cada uno aquí tiene su cuota de responsabilidad. Nadie puede quedar al margen si queremos que esto tenga éxito. Las administraciones locales y autonómicas tienen la competencia de actuar en gestión de residuos; la del Estado es competencia solo normativa, más allá de que hayamos puesto en estos últimos tres años todo un paquete de ayudas a las comunidades para desarrollo de la economía circular. Pero también los productores tienen responsabilidad, es necesario acometer un proceso de biodiseño para colocar en el mercado menos producto desechable del indispensable. Y luego el protagonista fundamental es el ciudadano, que si no incorpora un patrón de conducta homologable con la economía circular, el modelo fracasará y no llegaremos a los objetivos. Si falla una pata, falla todo el sistema.

-La fórmula es que si el ciudadano no recicla pagará más o se le sanciona.

-Yo creo que más que sancionar a quien lo hace mal, lo que hay que hacer es premiar al que lo hace bien. Asturias y el resto han de evolucionar hacia un sistema en el cual las buenas prácticas en la gestión de residuos sea más barato.

-¿Habla de dar bonificaciones fiscales a quien recicle mucho y bien?

-Sí, utilizar la tasa de residuos como una herramienta incentivadora.

-Se ha cumplido un año del vertido de pellets, las bolinas de plástico, en la costa. ¿Tuvo alguna consecuencia ambiental, no cree que quizás se magnificó lo ocurrido?

-No se sobredimensionó. Lo que hizo fue poner en la retina de los ciudadanos algo que estaba sucediendo a nuestro alrededor y de lo cual no nos dábamos cuenta: que antes del naufragio del buque "Toconao" ya había pellets en las playas de nuestro país. Y no se veían. Sirvió para generar conciencia colectiva de que queda mucho por hacer para tener un control riguroso de los recursos naturales.

-Cinco meses después, ¿con qué se queda de la catástrofe de la dana ?

-Todos debemos interiorizar que no hay ninguna región del planeta, no hay ningún rincón del mundo que vaya a estar libre en el futuro de los impactos, de los fenómenos extremos consecuencia del cambio climático. El mundo cambia y ningún país está al margen. Me resulta, por ejemplo, curioso que Donald Trump de repente piense que por ley puede hacer desaparecer el cambio climático cuando EE UU acaba de salir de una pavorosa temporada de incendios que se ha llevado por delante las mansiones de los mil millonarios más famosos del mundo. No hay que dar un paso atrás en la lucha para frenar el calentamiento global.

-¿Hizo algo mal el Ministerio de Transición Ecológica en Valencia? Trump piensa que puede frenar con sus leyes el cambio climático y en España parece que si dimite Mazón se soluciona todo lo de la dana.

-Aquí lo que ha habido es evidente un fallo clamoroso en la gestión de la alerta.

-¿Un fallo coral o de una parte solo?

-Vamos a ver, yo puedo responder por la parte que toca a los servicios de la Administración General del Estado, y ya se ha pronunciado la jueza de Catarroja en una primera instancia. Había información, sobrada, en tiempo y forma, yo la conozco, como no puede ser de otra forma, porque tanto la Agencia Estatal de Meteorología como la Confederación Hidrográfica del Júcar dependen de esta Secretaría de Estado. Conozco, por tanto, todo el trabajo que se hizo, los informes que tiene la jueza. Solo tengo que felicitar a los técnicos, a los profesionales, porque acreditan en los informes remitidos, como lo considera la jueza, que cumplieron escrupulosamente con su función e hicieron un seguimiento exhaustivo. Hubo gente que durante cinco, seis, siete, ocho días no durmió más de tres o cuatro horas diarias.

-¿Ve bien aplicar una tasa turística?

-Lo que propone la tasa turística es un ejercicio de solidaridad de que los que llegan a un municipio de forma temporal contribuyan con los vecinos al mantenimiento de los servicios públicos de calidad que también van a disfrutar. En ese sentido, a mi me parece una reflexión perfectamente razonable y entendible.

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