Cuando el amigo se convierte en cuidador
Casi 300 dependientes gallegos son atendidos por vecinos o conocidos
El Gobierno abre las ayudas a las personas que no son familiares y ya no les exige vivir en el mismo domicilio

Una anciana acompañada de una cuidadora. / E.P.

La familia ha actuado tradicionalmente en Galicia como una red de apoyo, no solo para criar a los niños sino también a los ancianos. Pero las cosas han cambiado, los núcleos familiares son más pequeños, los hijos se van a trabajar lejos y cada vez más mayores viven solos. Y pocos quieren terminar sus últimos días en una residencia. La mayoría ansían quedarse en el que ha sido su hogar durante buena parte de su vida. Y ante esta situación empieza a abrirse camino una vía alternativa: recibir cuidados de amigos o vecinos. El Gobierno permite desde julio de 2023 que los beneficiarios de la ayuda económica por cuidados no profesionales a dependientes sean personas del «entorno relacional». Hasta entonces estaba limitada a personas que tuvieran lazos de sangre y se exigía además que viviesen en el mismo domicilio.
Esto ha cambiado. Podrán ser cuidadores y recibir una paga por ello también amigos o vecinos del dependiente y además podrán residir en un domicilio distinto. En Galicia son ya 275 los cuidadores que no son familiares de la persona a la que atienden.
Se da así la posibilidad de que estos dependientes, que no tienen ningún pariente que los cuide, puedan recurrir a personas de su entorno con las que tienen un vínculo cercano para echarles una mano. A cambio los cuidadores reciben una ayuda económica que oscila entre los 319 y los 387 euros mensuales, según el grado de dependencia del mayor.
Familia
En todo caso, la familia sigue siendo la primera opción. El 99 por ciento de los cuidadores son parientes del dependiente. Y los cuidados siguen recayendo mayoritariamente sobre las mujeres, que representan el 83,3 por ciento mientras que solo hay un 16,7 por ciento de hombres al cargo de personas dependientes.
Galicia es, de hecho, la comunidad donde los cuidados están más feminizados. En Cataluña, por ejemplo, ya hay un 35 por ciento de hombres cuidadores.
Así, según los datos del Imserso, el perfil mayoritario de cuidadora es el de madre (son el 36,9 por ciento del total). Aunque se asocia dependencia con mayores, no siempre es así. Un 30 por ciento tienen menos de 64 años. En estos casos, el cuidado recae casi exclusivamente en la progenitora. Solo el 4,8 por ciento son padres.
Mientras, con los mayores de 65 años hay más variabilidad en cuanto al perfil de la persona que los atiende. El 30,7 por ciento de los cuidadores son hijos o hijas y el 10,8 por ciento cónyuges.
La tarea de hacerse cargo de un dependiente puede llegar a pesar en la salud física y psicológica de los cuidadores y esto se agrava cuando se tiene en cuenta además que muchas de estas personas tienen también una edad avanzada.
Así, el 15 por ciento de los cuidadores ya superan los 67 años. Y un 46 por ciento tiene entre 50 y 66 años. Solo el 38 por ciento tiene menos de 50, según los datos del Imserso.
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