El PSOE culmina la expulsión de cuatro ediles de Santiago que se niegan a irse
Los concejales mantienen el pulso con la dirección del partido alegando que todavía pueden presentar otro recurso
Los socialistas se quedarían con solo dos representantes

Marta Álvarez, Mila Castro, Mercedes Rosón y Gonzalo Muíños. | Jesús Prieto
M. G. Piñeiro / N. Sequeiro
La crisis que arrastra el socialismo compostelano desde hace meses escribe un nuevo capítulo. La ejecutiva federal del PSOE comunicó ayer la expulsión definitiva del partido de los cuatro concejales díscolos, con lo que solo le quedarían dos ediles en la corporación municipal. Pero Gonzalo Muíños, Mercedes Rosón, Mila Castro y Marta Álvarez no abandonarán, al menos por el momento, el grupo socialista en el Concello de Santiago porque entienden que la resolución aún no es firme dado que pueden presentar alegaciones en la Comisión de Ética y Garantías.
Los cuatro concejales recibieron ayer la notificación de Ferraz. A Mercedes Rosón, Mila Castro y Marta Álvarez las expulsa «ante su negativa a nombrar al portavoz municipal aprobado por la dirección local del partido» —Sindo Guinarte, que junto a Marta Abal son los dos únicos ediles afines a la dirección—. A Gonzalo Muíños lo echa del PSOE por «su negativa a acatar la resolución del expediente y permanecer en su cargo de portavoz contra el criterio del partido». Todos ellos habían sido expulsados de forma provisional el pasado 24 de enero por los mismos motivos. Sus recursos ante el instructor que analizó el caso en la madrileña sede de el PSOE no han prosperado.
La dirección socialista asegura que la normativa interna apunta al «inmediato cumplimiento de la resolución». Es decir, que ya están fuera del partido. Sin embargo, Muíños, Rosón, Castro y Álvarez remitieron ayer un comunicado en el que muestran su intención de no acatar la orden. «El Grupo Municipal Socialista do Concello de Santiago de Compostela no experimentará ningún cambio en su composición», aseguraron. Consideran que no existe resolución que «tenga la facultad de cambiar los ideales y la ideología de unos representantes públicos» que además de «deberse a la ciudadanía que los eligió, tienen el derecho y la libertad de mantener sus convicciones políticas y éticas: y nosotros somos socialistas».
Los díscolos entienden que pese a que la expulsión se ha elevado a definitiva todavía «no es firme», dado que cabe recurso.
Las sanciones por las que se motiva la expulsión de los cuatro concejales se enmarcan en el incumplimiento de faltas graves y muy graves de la normativa socialista, apuntan desde Ferraz, fundamentalmente «la obstrucción a la labor y decisiones de los órganos del partido» y la «actuación por acción u omisión, en contra de acuerdos adoptados por los órganos de dirección del partido que afecten a las instituciones». A mayores, en el caso concreto de Gonzalo Muíños, prosigue el PSOE, también se le incluye una sanción muy grave de «desempeñar cargos públicos o asimilados sin la autorización expresa de los órganos competentes del partido».
El punto de inflexión es que los cuatro ediles están enfrentados abiertamente con la dirección local y provincial tras su negativa a aceptar la orden de abstenerse en la votación de la ordenanza que completaba la normativa para el control de pisos turísticos en la capital de Galicia, algo que la habría hecho fracasar en caso no votar en contra.
Una crisis que desangra al PSOE por capítulos
En política, el tiempo se mide en elecciones. Por eso es imposible analizar la crisis del PSOE de Santiago sin pensar en las próximas municipales. Todos lo hacen y algunos, como el alcalde de Ames, Blas García, lo verbalizan. Auguró consecuencias electorales serias para el partido en Santiago tras consumarse la expulsión de los cuatro ediles. «Es la crónica de una muerte anunciada que tendrá su epílogo definitivo en el año 2027», cuando los vecinos voten.
Otro crítico con la expulsión, Gonzalo Caballero, hizo hincapié por su parte en la situación de irrelevancia en la que queda el partido en Raxoi. «Santiago será la ciudad española con menos concejales del PSOE», escribió en referencia a los dos concejales.Sin embargo, también hay voces en el sentido contrario, aunque no se aireen en redes. Y varias coinciden al responsabilizar a los ediles díscolos de alargar su salida del PSOE hasta el infinito, desangrando al partido por capítulos.
Y si finalmente cumplen su amenaza de ir a la justicia ordinaria, a este culebrón le faltarán no solo episodios, sino temporadas enteras. Tantas, que el PSOE de Santiago corre el riesgo real de llegar a 2027 enredado todavía en el debate estéril de decidir si la culpa es de quien tomó la decisión o de quien no la acató.Pero en realidad lo que está en juego es la estabilidad del gobierno de la cuarta ciudad gallega, la supervivencia de un PSOE que fue referente en la capital, el futuro de la Diputación Provincial... y mil cosas de la gestión del día a día bastante más relevantes que decidir quién tiene o no la razón.
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