El «profe» multifuncional del futuro: docto, empático y TIC

Tras años de espera, se ha comenzado a abordar la reforma de la profesión docente

El primer documento puesto sobre la mesa define qué debe saber un maestro y cuánto

Exámenes de oposición para profesores en el IES Valladares de Vigo

Exámenes de oposición para profesores en el IES Valladares de Vigo / Marta G. Brea

Carmen Villar

Carmen Villar

Ni el pasado, cuando el alumnado llegaba a clase con un pizarrín y una tiza y cantaba las tablas de multiplicar una y otra vez e incluso sufría castigos físicos si no se sabía la lección, ni el futuro imaginado por la ciencia ficción, con robots a domicilio adaptados a las exigencias de cada niño y a sus aptitudes. La enseñanza del mañana, la de ahora mismo, busca a profesores humanos que no solo sepan de la disciplina en la que forman a sus pupilos, sino también de bienestar emocional, sostenibilidad e inclusión, que conozcan y puedan integrar en su práctica diaria las tecnologías de la información y de la comunicación o que se comprometan personalmente en la gestión de su centro y en planes y programas.

Así se deduce del «Informe final con la Propuesta de Marco de Competencias Profesionales Docentes» que el Ministerio de Educación presentó en pasados días a sindicatos y comunidades, que participaron en su elaboración junto a expertos, en el inicio de la mesa de negociación para elaborar un futuro Estatuto del Docente. Uno de los grupos de trabajo que Educación propuso crear se centraría en esa cuestión.

La necesidad de ese documento, que desgrana durante 154 páginas una decena de competencias («conocimientos, destrezas y actitudes») que el docente «tiene que desarrollar» articuladas en cuatro niveles de progreso —desde el 0, el novato, hasta el 3, el experimentado—, se planteó en 2022, cuando el Ministerio de Educación publicó el «Documento para debate: 24 propuestas de la reforma para la mejora de la profesión docente».

En él se contemplaba implantar un examen de admisión para acceder a los grados de Infantil y Primaria —cuyos planes de estudio incorporarían desarrollo sostenible o atención a la diversidad—, endurecer los requisitos para acceder al Máster para el profesorado de Secundaria, reformular los procesos de selección para la función pública actualizando temarios o exámenes o un sistema de prácticas y de tutela tras acceder a la docencia que algún sindicato comparó con el MIR. La necesidad de establecer un marco profesional figuraba entre las medidas planteadas.

El documento que se conoce ahora y que detalla ese «marco» dibuja a un docente que debe saber de su disciplina y de leyes, tener conocimiento didáctico y saber llevar el proceso de aprendizaje promoviendo metodologías colaborativas e individualizadas y adaptadas a la diversidad del alumnado, además de entender de gestión y controlar el aula. Asimismo, se le reclama que sepa promover acciones en pro del desarrollo integral del alumnado, su bienestar y su salud, que fomente un entorno escolar seguro, que promueva la inclusión, la igualdad y la cultura democrática, que proteja y promueva la diversidad sexual, que contribuya a un centro sostenible, que muestre compromiso con su gestión, que use las TIC, que hable idiomas o que participe en planes y proyectos.

El texto salió a relucir en la primera reunión de la Mesa de la Función Pública Docente para debatir sobre el nuevo Estatuto del Docente, pendiente desde 2007 y que pretende mejorar las condiciones laborales y de remuneración del colectivo y su carrera profesional mediante la regulación homogénea de la formación, las oposiciones o el tránsito a la docencia. Se han creado seis grupos de trabajo y sindicatos como la CIG advirtieron contra «invadir competencias» autonómicas.

Primer congreso sobre formación permanente del profesorado

Ya en 2016, hace casi diez años, Galicia se cuestionó si la formación que recibía el futuro docente en la etapa universitaria podía ser la misma entonces que veinte años atrás y la conclusión fue que no. Arrancó entonces un proceso de trabajo con la complicidad de las tres universidades públicas que pretendía llevar a las aulas de los estudios de Magisterio los nuevos desafíos que se percibían en la sociedad y en las aulas, desde las TIC al plurilingüismo, pasando por las necesidades derivadas de la convivencia, la educación afectivo-sexual o la atención a la diversidad.

El resultado fue el diseño de un perfil de docente polivalente que no solo supiese de su disciplina, sino también de enseñar, de comunicar y de investigar, entre otras. En 2023 hubo más cambios, porque una pandemia se coló por el medio, y ese marco de competencias profesionales se actualizó, incluyendo las competencias clave emanadas del Consejo de la UE, los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 y una nueva ley educativa que promueve el aprendizaje por competencias.

Este documento, que incluye exigencias de salud, seguridad, bienestar o inclusión, no es solo teórico, sino que sirve para diseñar la formación permanente que recibe el profesorado en Galicia. De hecho, el plan aprobado para este año contempla seis líneas: digital, didáctica, innovación, convivencia e inclusión y comunicación y plurilingüismo. Disponer de ese marco propio, vigente desde hace años, y su «amplia experiencia en la materia», explican desde la Consellería de Educación, han provocado que Galicia tuviese «mucho protagonismo» en el grupo de trabajo que diseñó el nuevo marco estatal y la Xunta enfatiza que, de hecho, está previsto celebrar este año en Galicia el primer Congreso Nacional sobre Formación Permanente del Profesorado.

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