El retraso del retiro dispara los gallegos que trabajan tras los 65 años
La necesidad de sumar años cotizados para la jubilación y la crisis de precios sitúan este colectivo en 34.500
Vaquero: «Muchos esperan a que sus hijos están bien colocados»

Un agricultor de edad avanzada en A Limia. / Iñaki Osorio
Poco antes de la llegada de la pandemia, Pepe pudo bajar la persiana a la cafetería que había regentado durante cuatro décadas junto a su mujer cerca de la estación de ferrocarril de A Coruña. Ya había alcanzado los 67 años, dos años por encima de la fecha en que podía haber solicitado su retiro al superar los años cotizados necesarios para ello. Pero decidió aguardar para darle tiempo a su esposa a cotizar un par de años más para lograr el mínimo para garantizarse una jubilación, pues carecía del tiempo mínimo necesario.
Casos como esos suelen ser cada vez más habituales en Galicia, así como el de las personas que deciden aguantar debido a la precariedad laboral de sus hijos, a los que ayudan por contar con una pensión reducida, algo habitual en Galicia, que tiene de las pensiones más bajas de España.
A este fenómeno contribuye evidentemente el retiro de la edad para dar portazo a la etapa laboral, situado este año en los 66 años y 8 meses. Se puede cobrar la jubilación a partir de los 65 solo si se han cotizado al menos 38 años y 3 meses.
En Galicia, este cóctel ha situado la cifra de trabajadores con 65 o más años en los 34.489 ciudadanos con datos 2023, según el Instituto Galego de Estatística. Se trata de una incidencia del 4,9% de este colectivo, lo que supone el doble que el 2,62% de la tasa del año 2013, cuando el total era de 16.557. Nunca se encontraron tantos gallegos con 65 o más años cobrando una nómina laboral. Son 2.728 más que en 2022.
«Este aumento no solo se debe a las mayores exigencias presentes de los períodos de cotización, si que también todos tenemos interiorizado que cada vez hará falta cotizar más para percibir una pensión pública y que es necesario incrementar la base de cotización para poder mejorar nuestra pensión futura», explica Alberto Vaquero, profesor de Economía Aplicada en la Universidade de Vigo (UVigo) y miembro del grupo GEN de investigación. También apunta a la necesidad de contar con un plus para completar esos ingresos como un plan de pensiones privado o de empresa.
Además, añade que este fenómeno se irá incrementando una vez que en se vaya jubilando la generación del baby boom, con trayectorias más largas y estables, que pensarán en ayudar a sus hijos, víctimas de trabajos precarios, de la crisis de precios reciente y del encarecimiento de la vivienda. «Es como si el trabajador mayor programase la jubilación ya solo en función de su edad habitual para jubilarse y su período mínimo de cotización, si también en función de las expectativas económicas del resto de su familia. Siendo muy directo muchos trabajadores se van a jubilar cuando estén mejor colocados sus hijos. La decisión de jubilarse pasa de ser algo individual a tener tintes colectivos», considera.
«Galicia, como comunidad autónoma altamente envejecida, verá cómo el grupo de personas mayores de 65 que siguen trabajando seguirá en aumento, al mes en el próximo decenio. Las personas mayores, por tener más edad tienen que ser necesariamente mes productivas, pero los puestos de trabajo tienen que adaptarse a la nueva realidad de este mercado de trabajo silver», apunta finalmente este profesor de Economía Aplicada.
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