El patrón de los incendios de Los Ángeles ya se experimentó en Galicia
El mismo modelo de fuego y viento se registró en Vigo y Nigrán en 2017, con virulencia de llamaradas forestales en ámbitos urbanos
Picos: «No alarmarse, sino comprometerse»
Los vientos feroces que espolean los incendios que azotan Los Ángeles, cobrándose ya cinco muertos, y cuyo último foco llegó a las icónicas montañas de Hollywood, se perciben con empatía desde Galicia. Tanto por la titánica labor de los bomberos, con 100.000 evacuados, como por la proximidad del patrón registrado en la ola de incendios de hace ocho años en Galicia. Entonces, se vivieron situaciones de riesgo extremo con cuatro muertos mientras intentaban huir o protegerse de las llamas en San Andrés de Comesaña, en Vigo; Chandebrito, en Nigrán y Carballeda de Avia, en Ourense. Solo aquel octubre de 2017 se arrasaron 50.000 hectáreas de monte, la mayoría de las calcinadas aquel año que fue el peor de la década para los montes gallegos, según datos de la Xunta.
Con ese recuerdo, presente al ver las imágenes de las llamas devorando las mansiones estadounidenses, se despertó también el doctor en Ingeniería Forestal y experto en incendios, Juan Picos. El director de la Escola de Enxeñaría Forestal de Pontevedra, de la Universidade de Vigo comenta las similitudes; salvando cuestiones de escala, realiza una «dura reflexión» y lanza un mensaje de alerta. Los incendios en Los Ángeles y aquellos en Galicia comparten un patrón de rápida propagación impulsada por vientos secos desde tierra hacia zonas urbanizadas de la costa. Y esta dinámica ya quedó patente entonces, cuando los fuegos llegaron a las puertas de áreas habitadas con consecuencias devastadoras.
«Fue especialmente significativo en lugares como Chandebrito (Nigrán), Coruxo (Vigo) —en los que las imágenes aéreas confirmaban la presencia de más de 1.700 viviendas—, As Neves y varios de sus núcleos de población o en el túnel de A Cañiza», según reseña un estudio reciente de su autoría. Las imágenes con la ubicación de las construcciones y la superficie recorrida por los incendios de As Neves y Nigrán-Vigo confirman, según el experto, que el fuego no tuvo consecuencias aún más dramáticas porque el viento dejó de arreciar aquella noche, en la que además la presencia de lluvia se volvió providencial.
«Puede observarse, sobre todo en el caso de Coruxo, los problemas que una evacuación hubiera causado de ser necesaria. Es imprescindible que en aquellos núcleos de población susceptibles de enfrentarse a este tipo de emergencia, se realice un análisis y se tomen las medidas oportunas en las vías y la localización de áreas de confinamiento seguro», indica Juan Picos.
Los fuegos que guardan similitudes con los ocurridos en Galicia y Portugal en 2017, particularmente en áreas costeras, dejan lecciones cruciales que aún no se han interiorizado. «Estamos ocupando territorios peligrosos sin prever los impactos de fenómenos extremos», afirma el ingeniero forestal. «No hemos incorporado en nuestro planeamiento urbanístico medidas que mitiguen efectos de incendios forestales; es un problema global».
«En Galicia, las zonas costeras y las áreas suburbanas expuestas al monte son especialmente vulnerables», explica. Además, apunta a otros puntos críticos, como accesos a playas congestionadas que, en situaciones de emergencia, podrían convertirse en trampas mortales. Para evitar repetir los errores del pasado, Picos insiste en la necesidad de incluir medidas de prevención en los planes urbanísticos y proteger las zonas ya construidas. Esto implicaría diseñar infraestructuras con salidas de evacuación adecuadas, prever espacios seguros y garantizar que las viviendas y los entornos sean más resistentes a los fuegos masivos. «No se trata de dramatizar o alarmar, sino de comprometernos con la seguridad; aprender de otros lugares y adaptarse antes de que sea tarde».
Reiterados en áreas costeras
Muchas de las zonas asoladas por incendios en distintas partes del mundo, desde Valparaíso (Chile) hasta Los Ángeles (EE UU), pasando por Grecia, Australia o Hawai
comparten características comunes: son áreas costeras muy pobladas, a menudo sobreconstruidas, con infraestructuras insuficientes para hacer frente a emergencias de esta magnitud. Aunque las circunstancias pueden variar, el problema de fondo es el mismo: la ocupación desordenada de territorios sin medidas de prevención adecuadas.
La situación actual exige un cambio de mentalidad tanto a nivel social como institucional, indican los expertos: no solo se trata de solucionar problemas del pasado, sino de evitar que empeore la situación con nuevas construcciones desprotegidas. «Lo que vemos en Los Ángeles o Grecia no es anecdótico; es una advertencia», indican tras señalar el caso reciente del incendio de Doñana.
Mapa de severidad del incendio de Chandebrito y Vigo (2017)
En su propagación impactó en la carretera de Fragoselo, en el término municipal de Vigo. En algunas grandes urbanizaciones y zonas ampliamente pobladas se constató la ausencia de salidas de emergencias, viales con un sentido y espacio para un solo coche por donde no circula un vehículo de extinción. La imagen está extraída de un estudio de la Escola de Enxeñaría Forestal de la UVigo, que firma Juan Picos. «Son ejemplos paradigmáticos», añade.
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