Las reformas se disparan un 60% en un lustro por el encarecimiento de la vivienda nueva

La rehabilitación de pisos viejos es la fórmula para adquirir un hogar ante el encarecimiento y escasez de nuevas edificaciones

El año pasado se dieron licencias para 1.314 obras

Dos obreros trabajan en la reforma de una vivienda en Vigo.

Dos obreros trabajan en la reforma de una vivienda en Vigo. / Marta G. Brea

Daniel Domínguez

Daniel Domínguez

El bum de los alquileres ha obligado a Roi y a su esposa a replantearse su modelo de vida y apostar por comprar una vivienda en Santiago, un inmueble antiguo en el norte de la ciudad que les permitirá no abandonar el lugar donde llevan más de un cuarto de siglo asentados, evitando la expulsión a localidades limítrofes como Ames, Brión o Sigüeiro que muchos han tenido que tomar forzados por el encarecimiento de la vivienda. En su caso, su casero alegó la llamada de algún conocido que le aseguró, más o menos, que lo que les cobraba era una ganga y no se ajustaba al mercado, así que decidió incrementar el precio. “Nos subieron el alquiler de 570 a 700 euros y vimos que nos iba a salir más rentable pagar una hipoteca. Si queríamos vivir en la ciudad o compramos ahora o dentro de diez años estaríamos pagando 1.000 euros por un piso, que es una salvajada”, expone él.

Ante esa tesitura, sondearon el mercado y comprobaron que las viviendas nuevas o menos antiguas habían experimentado un bum de precios que convertía a muchas en algo inalcanzable. “Hace ocho años vimos pisos en Fontiñas por ejemplo, a 110.000 euros y ahora están en 190.000. Y donde vivimos ahora, valían sobre 300.000 y ahora rozan los 400.000”, cuenta Roi.

Pero tras peinar el norte de la ciudad, a escasa distancia de la sede de la Xunta, lograron una vivienda por 135.000 euros que se ajustaba a una cuota hipotecaria similar a un alquiler, aunque necesita reforma. “Tenemos que tirar un par de paredes y cambiar el suelo. No queremos que la obra supere los 20.000 euros, pero es verdad que en el futuro habrá que arreglar la fachada, poner ascensor...”, explica.

Situaciones como esta son cada vez más habituales, especialmente en las ciudades. De hecho, en el último lustro, los visados de reformas en viviendas se han disparado un 60%, pasando de 827 en 2019 a 1.314 el año pasado, según datos del Colexio de Arquitectos de Galicia. Y es que la vivienda de segunda mano copa el 76% del mercado, con 14.847 compraventas durante los diez primeros meses del año de un total de 19.626, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística.

Pero el auge de las reformas en las viviendas se está topando con un efecto embudo: hay demasiada demanda para un sector con poco personal, hasta el punto de que en verano firmas del sector en Vigo ya tenían trabajo garantizado durante siete meses y carecían de hueco para nuevos encargos. «La falta de recursos en las empresas constructoras es más que obvio. Con la crisis de la construcción se deshicieron muchas firmas y ahora la demanda es muy grande», detalla la secretaria del Colexio de Arquitectos de Galicia, María Pierres, que incluso destaca que existen retrasos «hasta para presupuestar una rehabilitación». Y ello dificulta el acceso a las ayudas para este tipo de reformas. «Si no tienes un presupuesto, que es imprescindible, cuando sale una convocatoria de ayudas se agotan en 24 o 48 horas», dice.

Pierres: «Debemos repensar los tipos de pisos, cada vez hay más hogares unipersonales»

Casi uno de cada cuatro hogares en Galicia está compuesto por una sola persona, cuando en 2017 el porcentaje no llegaba al 19%. Este dato ilustra los cambios sociales que se están produciendo en la sociedad y la construcción debería adaptarse a ellos. Así lo cree María Pierres, secretaria del Colexio de Arquitectos de Galicia. «Las nuevas tipologías de familias nos parecen muy interesantes de cara a la concepción de la vivienda pública. Creemos que hay que repensar todas las tipologías de los pisos y adaptarlos más a las necesidades actuales, cada vez hay más hogares unipersonales», expone.

Eso dificulta el acceso a un piso, igual que las familias con hijos que tras una separación dan lugar a un hogar de un progenitor y el hijo y del otro progenitor solo. «Aumentan los hogares pero con menos ingresos y esto incide de manera directa en la accesibilidad a la vivienda», añade Pierres. «Al no haber vivienda nueva, la gente opta por alquilar y muchas incluso acaban transformando esa renta en opción de compra, incluyendo ahí una reforma para modernizar el piso».

Otra fórmula para rebajar precios y facilitar el acceso a un hogar pasa por lanzar al mercado las viviendas vacías. Galicia se sitúa como la comunidad con más inmuebles sin ocupantes, con más de medio millón.

El éxodo del rural, la emigración y el apego a la propiedad explican que uno de cada tres inmuebles esté desocupado. Además, otras 200.000 casas son utilizadas menos de tres meses al año.

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