El abandono educativo en los campus gallegos supone 22 millones por promoción

Una cuarta parte de los universitarios que ingresa en una carrera la deja

Con todo, el alumnado que planta en la comunidad registra el porcentaje más reducido en ocho años

Un examen de la ABAU.

Un examen de la ABAU. / Gustavo Santos

Carmen Villar

Carmen Villar

El Plan de Financiamento Universitario de Galicia 2022-2026 considera el abandono de las carreras como «un problema» que afecta de forma «general» a las instituciones universitarias y señala que sus «consecuencias, además de personales e institucionales, deben analizarse desde un punto de vista de aprovechamiento de los recursos» que se destinan a esa formación. En ese documento, se alude al informe U-Ranking de 2019, que ubica a España entre los países que «menos aprovecha el esfuerzo público y privado en educación superior» por las altas tasas de quienes plantan los estudios, y situaba el coste anual «aproximado» en mil millones de euros.

En Galicia, esa cantidad rondaría los 22 millones de euros por promoción y año. Bien sea el primer año –que es cuando se produce la mayoría de las bajas–, pero también al segundo o incluso al tercero, el porcentaje de alumnado de nuevo ingreso en las tres universidades gallegas que acaba por desistir de la titulación iniciada acaba por suponer de media una cuarta parte de los matriculados. En la cohorte que arrancó los estudios en 2018-2019, conformada por 11.600 estudiantes, la última para la que el Ministerio de Universidades ofrece el dato de la tasa de abandono global –que suma las de primer, segundo y tercer año–, un 24,19% de los que iniciaron entonces la carrera acabó por desistir de ella, bien para optar a probar suerte en otro grado o bien por considerar que la universidad no era lo que quería.

Abandonar los estudios o la carrera

La segunda de las decisiones, la de desistir de la universidad, es la mayoritaria en Galicia: la tomó un 13,8 por ciento del alumnado que comenzó un grado en 2018, según Universidades. A ellos se sumaría otro 10,4 por ciento que descubrió que el grado que estudiaba no era lo suyo y lo intentó en otro. En números absolutos, esas renuncias afectarían a más de 2.800 alumnos por promoción. La Fundación CYD cifra las transferencias corrientes y de capital por alumno –con las que la entidad considera que puede tenerse una idea del esfuerzo financiero realizado por las Administraciones públicas– durante ese curso a 9.337 euros en Galicia, de ahí que se pueda estimar un coste de 26 millones de euros en esa promoción concreta. Si se analizan los mismos datos, pero con las tasas y transferencias correspondientes de los últimos seis años, el resultado supone más de 132 millones de euros, a una media anual de 22 millones, y de 3.000 alumnos afectados por cada promoción.

Con todo, ese 24,2% de abandono global en el caso de Galicia sería, aunque por poco, el porcentaje más bajo en al menos ocho años. En la promoción que ingresó en las aulas de la facultad un año antes el abandono fue del 25,75%, y el tope en los años analizados se había alcanzado en 2013-14, cuando se superó el 28,1%.

Las causas

Al analizar este problema, el Plan Galego de Financiamento Universitario en vigor recoge que sus causas son variadas. Entre ellas, enumera la «falta de orientación y formación previa» del estudiantado, el «diseño no adecuado de los planes de estudios», el «deficiente seguimiento» por parte de los matriculados, «la baja calidad de la docencia impartida», el «bajo rendimiento» de los estudiantes –ya sea por su «falta de capacidad, esfuerzo o motivación», apunta– o un «nivel de exigencia no adecuado».

En el plan, la Xunta indica que los campos en los que más resiste el alumnado se corresponden con «futuras profesiones vocacionales», y cita Ciencias de la Salud y Educación, titulaciones a las que accede el alumnado con mejores notas por la alta demanda que «tradicionalmente» tienen estos estudios. En Galicia, Arquitectura y construcción es uno de los ámbitos que regisra más bajas (35,8%) y Medicina es el que menos (9%).

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