Los forenses ven planificación en el crimen de Velle
El Imelga concluye que el acusado no sufrió un brote de esquizofrenia en el ataque

Forenses del Imelga, en primer término, con el acusado al fondo, ayer, en Ourense. | Iñaki Osorio

¿Tenía sus capacidades alteradas Diego R. T. cuando asesinó a cuchilladas a su vecina Ana B. y dejó herido crítico al novio de la chica, Álvaro B., primo del encausado? Es la cuestión central en el juicio con jurado popular contra el autor del crimen de Velle, un terrible suceso ocurrido en esa parroquia de Ourense el 19 de febrero de 2021. La comisión del ataque en mitad de la madrugada no se discute, pero la determinación de cuál era el estado mental del agresor —tiene una esquizofrenia paranoide, con ideas delirantes desde los 18 años— definirá la decisión final: una pena de cárcel —y qué duración—, o una medida de seguridad en un centro para que sea tratado.
La Fiscalía solicita 24 años de prisión. Concede una atenuante a los delitos de asesinato consumado y tentativa de asesinato, debido a la patología de Diego. Las dos acusaciones particulares —aprecian alevosía, como la fiscal, pero también ensañamiento— piden la prisión permanente revisable, la primera vez que en Ourense se solicita la pena más grave. La defensa busca una eximente completa o, al menos, incompleta. Cinco hombres y cuatro mujeres del jurado popular dictarán veredicto en este caso. Hoy comienzan a deliberar.
En la sesión final del juicio intervinieron varios peritos y, como colofón, cada una de las partes, con sus informes de conclusiones. Entre los expertos se encontraban los médicos forenses del Instituto de Medicina Legal de Galicia. Los especialistas consideran que Diego R. T. tenía las capacidades modificadas, pero no anuladas por su enfermedad. En términos técnicos, su actuación estaba «escasamente afectada» conforme a su comprensión de los hechos. «Pudo tomar otra decisión, podría haber actuado de otra manera», afirman.
En cambio, un psiquiatra que interviene en el procedimiento a requerimiento de la defensa sí cree que el encausado tenía «mermadas» sus capacidades. Este doctor considera que, por el «contexto paranoide y de miedo» en el que se encontraba el encausado, que además llevaba meses sin medicarse, tenía una «percepción delirante del entorno» —se sentía amenazado— que condicionó sus actos, alega. La defensa considera que se trata «no de u n criminal, sino de un enfermo muy grave».
Atacó a los vecinos en mitad de la noche, tras dejar encerrada a su madre y saltar el muro colindante entre su galpón y la casa de las víctimas. Tras el crimen tiró el cuchillo a una finca aledaña, regresó a su estancia, desactivó la alarma, se quitó la ropa ensangrentada y se metió en la cama, hasta que llegó la Policía y negó de entrada los hechos. «Para, piensa, ejecuta, decide qué hacer, pone una excusa , apaga la alarma, se acuesta, lo niega. Sabe que lo que ha ejecutado no está bien y trata de ocultarlo, sabe las consecuencias», indicaron los forenses en el juicio.
Diego R. T. llevó a cabo una serie de actos «muy organizados», sin obviar que pudieran estar «mediatizados» por sus delirios. Los expertos admiten la existencia de ese cuadro mental, pero no son capaces de identificar el hecho concreto que motivó el brutal ataque. «No hay un desencadenante claro. No llegamos a encontrar el motivo, la chispa que hace saltar esa conducta», expresaron los doctores en su intervención.
La tesis de la defensa es que el acusado tenía miedo de los vecinos, condicionado por su esquizofrenia. En las entrevistas con los médicos del Imelga no mencionó nada en esa línea sobre las dos víctimas. Tras la detención tenía un estado de ánimo «tranquilo» y aseguró que no recordaba nada del hecho criminal. En la segunda entrevista dio su versión. Este lunes, en el juicio, Diego R. T. solo admitió una puñalada defensiva a la joven, tras arrebatarle el cuchillo ante un supuesto primer ataque de ella —en realidad, la chica sufrió 17 y la autopsia identificó hasta 28 heridas—, de la que todavía cree que está viva, según sus palabras.
«No sabemos qué pasó por su cabeza esa madrugada pero no podemos asegurar que la idea fuera 100% patológica, existe una preparación y una ejecución. Podría haber actuado de otra manera. Podría haber ido solo a discutir con los vecinos o denunciarlos», dicen los forenses como ejemplos.
El ataque a cuchilladas que acabó con la vida de la joven Ana B. de 22 años y dejó en estado crítico a Álvaro B., novio de la chica y primo del acusado, fue un acto con planificación que, según el Imelga, «no concuerda con una catarsis psicótica». Los expertos no aprecian en la comisión del os hechos «una ruptura total con la realidad» y no encuentran datos que evidencien que tenía un «brote».
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