Los prejuicios en la empresa: el techo de cristal de las personas discapacitadas

Los técnicos del área de Emprego de la Confederación Galega de Persoas con Discapacidade (Cogami) se aplican a fondo, no solo en la formación y reorientación de sus usuarios con discapacidad o incapacidad laboral, sino también con visitas a compañías con el objetivo de derribar los estereotipos

Un joven con discapacidad en su puesto de trabajo.

Un joven con discapacidad en su puesto de trabajo. / Cedida

Mateo G. Triñanes

Santiago

«Aquí no puede trabajar una persona con discapacidad». Esta frase, demoledora, la escuchan a diario cientos de personas que tratan de abrirse paso en el mercado laboral marcados por una condición visible (o no) que, en ningún caso, han escogido. Una vía difícil de transitar en la que, además de una multitud de negativas, interceden también ofertas económicas irrisorias y una tendencia a las propuestas a jornada parcial.

«Realmente, en el mundo de la empresa, existe un desconocimiento muy grande en cuanto a la discapacidad. Se tiende a pensar que esto supone la falta de algún miembro o casos muy llamativos, con una condición muy grave. Y esto no es así, existen discapacidades orgánicas, que no son siquiera perceptibles», explica María Ínsua, responsable del área de Emprego de la Confederación Galega de Persoas con Discapacidade (Cogami).

Es por ello que el trabajo de este departamento se centra, además de en ofrecer formación y orientación a las personas discapacitadas, en realizar visitas y hacer seguimiento a empresas con el objetivo de erradicar estos prejuicios y tender puentes entre el mundo empresarial y este colectivo. «Los trabajos de sensibilización en empresa por parte de nuestros técnicos son muy importantes. Damos a conocer la discapacidad, y también tratamos de captar ofertas o necesidades que pueda tener la compañía para ver si le podríamos enviar personal. Después de muchos años, vemos que en muchos casos las empresas no contratan personas con discapacidad por mero desconocimiento», apunta Ínsua.

Pone un ejemplo que explicita esta necesidad de trabajar con los empleadores en este ámbito: «Las empresas que cuentan con más de 50 trabajadores deben contar con una cuota de reserva del 2% para personas con discapacidad. En una visita a una de estas compañías vimos que no cumplía con esa cuota y se lo advertimos sin éxito. En un momento dado, la Inspección de Trabajo le mandó una carta solicitándole que justificase cómo cumplía con esa obligación legal. Inmediatamente nos llamó con la intención de incorporar a una persona. Desde entonces siempre que tiene necesidad de personal se pone en contacto con nosotros».

Hasta el mes de septiembre, los técnicos de Cogami habían realizado un total de 220 visitas a empresas con las que la asociación no había trabajado hasta el momento. Además, han realizado el seguimiento de 3.270 compañías con las que ya se había establecido un contacto. Un trabajo puerta a puerta que cristalizó en la recepción de 777 ofertas de empleo.

Trabajo de formación

Sin embargo, antes de adjudicar a uno de sus demandantes alguna de estas ofertas, Cogami lleva a cabo un importante trabajo de formación con sus usuarios. «Contamos con una base de datos de 17.200 personas que vamos actualizando. Alrededor del 53% corresponde a una franja de edad de entre 41 y 50 años. Son personas a las que cuando se les concede la discapacidad o la incapacidad laboral ya tienen una experiencia en el mercado. Tenemos que reorientarlas, quizás hacia otros sectores, y les ofrecemos formación fundamentalmente en cuanto al uso de las tecnologías», reseña Ínsua, que explica que en estos cursos se tratan desde las competencias básicas en un ordenador hasta el uso de un TPV.

Los talleres se complementan con entrevistas personales y un seguimiento que es cuasisemanal. El objetivo es realizar un proceso de selección y mandar candidaturas para las ofertas de empleo recibidas. En detalle, los técnicos de Cogami realizaron 5.637 sesiones de orientación a sus usuarios, además de 830 entrevistas a personas con discapacidad que hasta el momento no habían contactado con la entidad. Toda esta suma de esfuerzos, tanto en las labores con el usuario como con el mundo empresarial, tuvo como resultado la inserción en el mercado laboral de 1.292 personas, el 65% de las mismas en empresa ordinaria; la mayoría en pymes.

El Estudio sobre los resultados laborales y salariales de las personas con discapacidad publicado el pasado agosto por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) alerta sobre la «alarmante brecha» que existe a nivel mundial entre los salarios de los trabajadores con discapacidad y el resto de la población.

En concreto, la entidad cifra la distancia en el 12% entre ambos colectivos. «Además de ofertas con salarios muy reducidos que nosotros desechamos, estamos observando un abuso de la figura del fijo discontinuo. Esto supone un problema, ya que durante los periodos de inactividad, aunque la persona no trabaje, sigue vinculada a esa empresa y no consta como desempleada. De modo que para dejarlo la persona tendría que solicitar la baja voluntaria y esperar un periodo de tres meses para poder desarrollar una relación laboral bonificada con otra empresa», lamenta Ínsua.

A pesar del empeño de Cogami, según los últimos datos publicados por el INE al cierre de 2022, la tasa de ocupación de las personas con discapacidad en Galicia es del 29,9%, la tercera más reducida de España únicamente por delante de Canarias y Andalucía. Un hecho que Ínsua relaciona directamente con la «con el papel de cuidadora que mantiene la mujer, que las obliga a optar a empleos fuera de su horario de ‘obligaciones’, así como a las mayores dificultades existentes en el rural». 

«Con este trabajo me tocó la lotería»

Un accidente en 2014 cortó de cuajo las aspiraciones de David, un santiagués de 45 años. Una incapacidad laboral, consecuencia del incidente, lo alejó de su rutina. Al arduo proceso de recuperación, el compostelano tuvo que sumar la resignación de ver cómo su progreso en el mercado de empleo se veía truncado totalmente.

«Me aburrí de entregar currículums. Yo tenía una diplomatura y un FP, pero en el ámbito de mis estudios no tenía ningún tipo de experiencia. Entonces me encontré con múltiples negativas», explica en conversación con este diario.

Sí es cierto que recibió alguna oferta a jornada parcial, pero no era lo que buscaba. «Yo tengo un niño y, claro, quería un trabajo que me permitiese ayudar en casa. De hecho, más tarde, logré un puesto como administrativo a jornada completa, pero el salario no llegaba a los 700 euros netos al mes y lo terminé dejando», explica el compostelano.

Comenzó a ver la luz al final del túnel cuando en una visita al hospital para continuar con el trabajo de rehabilitación de sus lesiones , David conoció Cogami. «Me ayudaron muchísimo. Me ofrecieron más formación y estaban muy encima de mí. Todas las semanas me llamaban para ver cómo iba y si había encontrado alguna oferta. La ayuda que me prestaron fue mil veces mejor que la que me dio el Servicio Público de Empleo», agradece. A través de la asociación, David logró el puesto que desempeña en la actualidad en una gestoría, «a tiempo completo y con un buen salario». Su jefe ya le ha asegurado que el año que viene su contrato pasará a ser indefinido, por lo que no duda en afirmar: «A mí con este trabajo me tocó la lotería».

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