Récord de infecciones de gonorrea y de sífilis en Galicia en treinta años
En 2023 se notificaron 1.087 gonococias, más del triple que un lustro atrás
La sífilis se dispara en el último año un 51 por ciento en la comunidad, hasta los 302 nuevos casos

Dos preservartivos. / FdV

En 2019 los contagios de gonorrea se habían disparado en Galicia y el Sergas publicó un aviso, que tituló «gonococo extremadamente resistente, más cerca de lo que piensas», para hacerse eco del temor de la OMS a la resistencia de esa infección a los antimicrobianos que, avisaba, aumentó «rápidamente» en los últimos años y redujo las opciones terapéuticas.
Ese temor lo comparten los médicos gallegos, pero no los ciudadanos porque los casos van a más. Si ese último año prepandemia se habían registrado 380 infecciones y se habían batido los récords de 20 años atrás, la cifra de 2023 los triplica: 1.087 casos, una cifra sin parangón en 30 años.
Hay que retroceder a 1994 para encontrar un dato parecido (1.040 casos) y para eso la dolencia se hallaba ya inmersa en una senda de descenso desde 1982, coincidiendo con la irrupción y ascenso de otra infección, el VIH con el sida, que derivó en la principal causa de muerte entre los jóvenes hasta mediados de los 90, cuando las nuevas terapias comenzaron a convertirlo en una enfermedad crónica.
Esa transición es clave a la hora de entender por qué se han multiplicado enfermedades de transmisión sexual más propias del pasado, como la gonorrea, tras haber registrado la disminución «más espectacular» anotada en la comunidad por una ITS. Lo mismo ocurrió lo mismo con la sífilis, cuyo dato de 2023 –302 casos en Galicia, un 51% más en un año– tampoco tiene rival en las últimas tres décadas.
«Bajar la guardia»
Jesús Sueiro, médico de Atención Primaria y vocal de Comunicación de la Asociación Galega de Medicina Familiar e Comunitaria, considera que el auge de estas infecciones se debe, por una parte, a una «falta de miedo». Al principio, explica, «el VIH era mortal y eso provocó una reacción de precaución frente a las relaciones sexuales y promovió el uso de métodos seguros, como los preservativos», señala. Eso cambió, añade, cuando se empezó a conseguir que el sida, aun sin curarse, fuese una enfermedad crónica y con una esperanza de vida similar a la de las personas sanas. «Se empezó a bajar la guardia», dice.
Esa tendencia, apunta, se unió a fenómenos ahora de «moda», como las fiestas chemsex, que mezclan sexo y drogas, y en las que los asistentes no tienen en cuenta que «cuando tienes una relación sexual con una persona, la tienes con todas las personas con las que ella las tuvo». El aumento de esas situaciones unido a la pérdida de miedo y a la consiguiente bajada de guardia por esa pérdida estaría tras el aumento.
Sueiro añade que quizás se enfoca la información sanitaria en lo «optimista» sin señalar el «muy serio problema» que supone la resistencia a los antibióticos. «Eso de morir de una infección o de tener una grave no es del siglo XIX», sostiene, de ahí que urja a enfatizar la educación sexual, en especial en los centros escolares.
Expertos advierten de otras ITS que pueden pasar desapercibidas, como la clamidia
La sífilis y la gonorrea no son la única fuente de preocupación de los médicos gallegos en lo que a infecciones de transmisión sexual se refiere. En Atención Primaria están asistiendo a un «incremento» de infecciones por clamidia, la ITS más declarada en Europa. El problema no reside solo en la cantidad: entre el 50% y el 70% de las infecciones son asintomáticas. Jesús Sueiro explica que tienen constancia, a través de investigaciones en centros de salud, de un porcentaje «bastante considerable» de mujeres infectadas que no notaban «problemas» por esa razón, a pesar, advierte, de que «incluso puede llegar a producir infertilidad» cuando surgen ciertas complicaciones. «Detrás de eso», insiste, «está la pérdida de la sensación de peligro, la falsa sensación de seguridad».
En el último informe sobre la clamidiasis genital, el Sergas refleja que en 2022 la incidencia de esta patología era de casi 58 casos por cien mil habitantes (se dobló en dos años). La describe como una infección que afecta «principalmente a la juventud» –el 60% de casos se dan en personas de 15 a 24 años– y a mujeres jóvenes, «siendo el mecanismo de transmisión más común las prácticas heterosexuales de riesgo». La incidencia «real posiblemente sea mayor», avisa el Sergas, por los casos asintomáticos y la infradeclaración.
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