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El cambio climático amplía el ciclo reproductivo de insectos y eleva un 30% la demanda de fumigaciones

Técnicos indican que el calor extiende plagas de moscas como en Tomiño o Salceda

Tratamientos indicados: biocidas y trampas de embudo

Moscas en el interior de un vehículo. FdV

La humedad y el calor son un cóctel explosivo en la activación de los ciclos de vida de insectos como las moscas. Y un verano que no abandona la climatología gallega a pesar del avance estacional del calendario, la mecha de su pervivencia. “El cambio climático hace perdurar el ciclo reproductivo de las moscas. Pueden depositar entre cien y trescientos huevos por puesta que, en condiciones climáticas óptimas como las que se viven, eclosionan en siete o diez días”, explica desde la empresa de control de plagas Rentokil Initial, Jacinto Díez, conocedor de la plaga de estos insectos que vive el Concello de Tomiño y la proliferación en Salceda de Caselas.

Según el experto, la demanda de fumigación de insectos –moscas y mosquitos en Galicia– se vio aumentada hasta en un 30% en los últimos meses con respecto a años anteriores. La misma opinión muestran desde la empresa de fumigación Sergal, que apunta directamente “al cambio climático”. En ambos casos indican que poco (o nada) pueden hacer los esprays convencionales para detenerlas.

El verano perdura hasta entrado el otoño en Galicia y se prevé que cada año, el calor incremente las moscas y mosquitos. “Toda Galicia está igual”, advierten. Como ejemplo, citan a las hormigas argentinas –una especie invasora– que está también dando problemas en ciudades como Vigo, “ya que cuando llega, afecta a una zona completa, no solo a un ciudadano particular”, indican.

Un técnico de otra firma (Atlántico desinfección) que ya intervino tras llamadas de vecinos del Baixo Miño, explica que en el caso de las moscas al problema de convivencia se une otro potencial de salud pública, puesto que son portadoras de bacterias y sobrevuelan los alimentos. Y, otra especie cuyos ciclos han cambiado por el cambio climático y ya analizada es la procesionaria de los pinos; orugas que normalmente descienden de sus cápsulas en las copas de los árboles a finales de marzo o abril pero que han visto, con el calor, una llegada precoz en los últimos años: “Ya se ven bajando del árbol en Galicia en febrero”, explica Díez.

La experiencia profesional de las empresas de control de plagas consultadas coincide con la del catedrático en Zoología y experto en Entomología gallego Marcos A. González, que explica: “Aunque lo que nos molesta son los ejemplares adultos, lo primero que hay que averiguar para acabar con una plaga es en qué sustrato, dónde, están las larvas”. Para González, los abonos que se usan como fertilizantes son –en muchos casos– el origen del foco de las larvas. Es decir, donde las moscas encuentran un hábitat propicio para poner sus huevos. En otros casos, masas de agua próximas a la hierba.

Mientras no concluye el estudio que la Universidad de Vigo prepara para el Concello de Tomiño, tras la recolección de ejemplares de moscas, las hipótesis son diversas: desde explotaciones, a fertilizantes de campos de aguacates, pasando por vertederos. Ejercer un control exhaustivo sobre esos puntos flacos en los que se desarrollan bien las moscas es, para los expertos, la mejor medida preventiva. Pero la posibilidad de actuar contra las larvas y los depósitos de huevos se ve reducida a veces por la potencial afectación a terrenos o manantiales.

¿Cómo combatir una plaga?

Y, una vez que se desarrolla una plaga, ¿como combatirla? Desde Rentokil Initial, Jacinto Díez asegura que las únicas –o de las pocas– medidas eficaces que se conocen por el momento contra las moscas, son tres: la instalación de mosquiteras en puertas y ventanas, para contener su entrada en las viviendas; el uso de fumigación con biocidas en las fachadas y puertas de acceso para impedir que se instalen en ellas y, por último, en los exteriores, las trampas de embudo. “Son un tipo de trampas que utilizan un material proteico mezclado con agua y por las que las moscas se sienten muy atraídas”, completa. En estas instalaciones, que se cuelgan de troncos de árboles o techos, las moscas acaban por ahogarse al no poder salir –son similares a las de diseño doméstico popularizadas contra las avispas velutinas–. “Si atacas a la población adulta, vas logrando reducir el número de ejemplares reproductores”, explican.

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