Toca hacer números en una época marcada por la desorbitada inflación y un alza en los precios que no dan tregua al bolsillo. Ante una ajustada cartera, son cada vez más los propietarios de viviendas que analizan qué opciones les ofrecen más garantías frente a impagos y una mayor rentabilidad. Al bum de los pisos turísticos durante los últimos años se suma el “Se alquila por habitaciones”. Este tipo de arrendamiento se ha convertido en una de las fórmulas más rentables para los arrendadores que buscan sacar el máximo rendimiento a su propiedad. Así lo revelan los últimos datos del portal inmobiliario Fotocasa, que cifra en un 5,8% el retorno bruto del alquiler tradicional en Galicia, frente al 8% de una vivienda compartida de tres habitaciones, lo que se traduce una diferencia de más de dos puntos. En el conjunto del país, la cifra de rentabilidad en el arrendamiento de una vivienda alcanza del 6,2%, que se eleva al 9,5% cuando es por cuartos —la diferencia de 3,3 puntos—.
Ante la cada vez más reducida oferta del alquiler tradicional, en mínimos históricos —hay menos de 3.000 disponibles en la comunidad gallega—, los precios han ido al alza. En Galicia, el coste medio alcanza ya los 530 euros de renta, un 8% más respecto al año pasado y casi un 40% más que 2015. En la ciudad de A Coruña ya supera los 610 euros y en Vigo es de 590 euros. Con estas tarifas, muchos inquilinos se ven obligados a compartir vivienda, una modalidad que ha crecido en los últimos años debido a su alta rentabilidad.
Compartir a día de hoy un piso en la comunidad gallega es un 50% más caro que hace cinco años. Si en el verano de 2018 la cuantía media estaba en 194 euros, este año el desembolso roza ya los 300 euros. En España el precio por cuarto es de 445 euros (900 euros en el caso del alquiler tradicional), frente a los 297 que costaba hace un lustro.
En Galicia, la provincia de A Coruña es donde más ha aumentado el arrendamiento por habitaciones este año. El importe medio se sitúa en 325 euros, frente a los 275 que costaba en el arranque de año, lo que supone un encarecimiento del 18%. Los dos grandes núcleos poblacionales de la provincia, A Coruña y Santiago , son los que suben la media. En ambas urbes el valor medio de un cuarto está en 350 euros, una cantidad que resulta aún más llamativa al compararla con el precio que ostentaba en el arranque de año. En la ciudad herculina era de 300 euros (16,6% más ) y en la capital gallega era de 310 euros (13,3% más). En Ferrol, sin embargo, se mantiene en 200 euros.
La ciudad de Vigo presenta las tarifas de arrendamiento por cuarto más elevadas de Galicia: 400 euros por habitación frente a los 360 euros que se pedían a principios de año. En Pontevedra la media está en 275 euros; en Ourense llegan a los 325 euros y en Lugo, el precio medio por habitación es de 250 euros.
“Es una de las prácticas que más están aumentando, debido a que la demanda de habitaciones es cada vez mayor, ya que los inquilinos no pueden acceder a los precios de una vivienda entera y los propietarios están cambiando a esta modalidad para aumentar la rentabilidad,” comenta María Matos, directora de Estudios y portavoz de Fotocasa. Los datos revelan, según añade, que la rentabilidad de arrendar un piso o casa por habitaciones es casi un 50% superior a arrendarlos enteros. Detrás de este repunte, sostiene el portal inmobiliario, está la nueva Ley de Vivienda, en vigor desde el pasado mes de mayo, que ha llevado a cada vez más propietarios a “escapar de la limitación de los precios” y a “explorar opciones para seguir obteniendo altos rendimientos”.
La rentabilidad en el alquiler de una vivienda compartida depende de varios factores como la ubicación, el tamaño de la propiedad, el precio de la renta, la demanda del mercado y la gestión de la propiedad. Por comunidades autónomas, Navarra es el territorio más atractivo en el mapa del arrendamiento alquilar por habitaciones y el que arroja mayor diferencia entre las dos modalidades. En concreto, ofrece un 12,2% de retorno en los pisos compartidos, frente al 6,5% que se obtiene con la fórmula tradicional.
Los retornos del alquiler compartido también son elevados en Murcia (10,2%, frente a 7,6%), Comunidad Valencia (9,9%, frente a Castilla-La Mancha (9,5%, frente al 6,5%), Cataluña (9,5%, frente 6,8%). Aragón (9,3%, frente al 6,3%), Extremadura (9%, frente 6,1%). Por el contrario, Baleares arroja los datos más bajos (5,8%, frente al 5,3%), seguida de Madrid (6,7%, frente al 5,7%). Estas dos comunidades también tienen las diferencias más reducidas entre modalidades de alquiler.
En cuanto a las ciudades, las que protagonizan las máximas rentabilidades por habitaciones en el conjunto del país son: Cartagena (10,0%, frente a 6,9%), Murcia capital (9,2%, frente 6,9%), Almería capital (9,2%, frente a 6,8%), L'Hospitalet de Llobregat (9,1%, frente 8,9%) y Alcoy (9,0%, frente 7,2%).
Piso turístico en verano, para estudiantes durante el curso
Los propietarios quieren tener las garantías de que quien está en su piso hace frente al pago de la renta. Y en la actualidad, son muchos los temores a la hora de firmar un contrato de larga duración, tanto por la incertidumbre económica desatada por el estallido de la pandemia en un primer momento y por los efectos de la guerra de Ucrania todavía hoy. Ante este panorama y la “inseguridad jurídica” —denuncian— a la que se ven sometidos frente a impagos u ocupaciones, son cada vez más los dueños que hasta ahora tenían su vivienda en alquiler de larga duración que deciden convertirla en piso turístico e incluso compaginar la estancia para viajeros en verano —julio y agosto— con el arrendamiento a estudiantes durante el curso —de septiembre a junio—.
Es el caso de Antonio que el año pasado se estrenó en esta modalidad compartida con su segunda vivienda en el centro de A_Coruña. “Un mes de verano —destaca— son cuatro rentas de alquiler tradicional”. Además, el arrendamiento a estudiantes, según apunta, no genera problemas de impago, ya que son los padres los que actúan como aval. “Hoy hay que buscar las máximas garantías, porque se ven muchos casos de propietarios que arrastran desde hace meses impagos y que poco o nada pueden hacer por echar a los inquilinos”, advierte Antonio, al tiempo que pone el foco en el fenómeno ocupa: “Muchos propietarios deciden ni siquiera poner el piso en el mercado y dejarlo cerrado”.