Para muchos alumnos, estudiar en la facultad no implica solo llegar a superar el listón de la nota de acceso, sino también barreras vinculadas a circunstancias económicas. Aunque Galicia es la comunidad donde resulta más accesible cursar un grado “universitario –la Xunta lleva trece años con las tasas congeladas–, más de la mitad de estudiantes que se estrena en los campus gallegos lo hace respaldado por una beca del Ministerio de Educación, y a pesar de que un tercio de los beneficiarios pierde el apoyo ya tras el primer curso, contar con él funciona como un aliciente para esforzarse.
Así lo permiten constatar las estadísticas recopiladas por el Ejecutivo central que detallan las diferencias de rendimiento entre becarios y no becarios en porcentaje de materias aprobadas, notas medias y años para acabar la carrera e incluso en parámetros como la tasa de abandono de los estudios. En todos esos aspectos, los universitarios gallegos perceptores de una inyección económica del Gobierno, condicionada no solo a su renta, sino también a su desempeño académico, muestran mejores resultados que sus compañeros de pupitre no beneficiarios, y eso que se matriculan en más créditos.
Mientras los becarios aprueban un 86,9 por ciento de créditos, el dato entre no beneficiarios es del 68,9%. Esa brecha en el rendimiento –peso de los créditos superados sobre el total de examinados– alcanza en Galicia un total de 18 puntos en 2021-22, el curso para el que hay datos más recientes, y la comunidad se cuela en el podio, de segunda, solo superada por Andalucía, con 18,1, como la que registra mayor diferencia en esfuerzo entre becarios y no becarios a favor de los primeros. Es el dato más elevado de los tres últimos cursos.
Mejores notas
En lo que respecta a notas, estar becado algún año aparece igualmente ligado a mejores calificaciones entre los egresados. Según los datos, los graduados que recibieron la ayuda salen de la facultad con un expediente de 7,47 en Galicia (curso 2021-22), frente a casi dos décimas menos de quienes no sienten esa presión (7,28 de media). Hay que tener en cuenta que las ayudas pueden perderse por cambios en las circunstancias económicas familiares, pero también por no alcanzar el mínimo de créditos superados, y esa parte sí está en manos del estudiante.
Con todo, no siempre ese esfuerzo obtiene su recompensa. Aunque más de la mitad de los alumnos que inician su andadura en la universidad lo hacen con beca, solo una tercera parte del estudiantado en global es beneficiario porque van perdiendo el apoyo por el camino, el grueso casi al empezar. De hecho, la tasa de pérdida de beca tras el primer curso se ha disparado en España en general y en Galicia en particular después de que se redujese a la inusual cifra de un 23,7 por ciento por las “circunstancias que surgieron al inicio de la pandemia”, alega el Gobierno. Un tercio de jóvenes beneficiarios que iniciaron su periplo universitario en 2020-21 la perdieron al curso siguiente. En cifras absolutas se traduciría en alrededor de 2.300 alumnos. Con todo, el Ministerio de Educación apunta que esa pérdida es todavía inferior al último dato prepandemia.
Una condición transitoria
En general, un 32,5 por ciento del alumnado de nuevo ingreso beneficiario se queda sin la ayuda tras un curso, pero en ciertos estudios esa cifra se dispara. Ocurre, tal y como refleja la estadística, en el ámbito de las carreras de agricultura, ganadería y pesca, Derecho, Economía y Arquitectura, donde más de la mitad de becarios pierde esa condición al año siguiente y, en cambio, los futuros maestros son los que más logran retener el apoyo: apenas uno de cada diez lo pierde al poco de empezar.
Hay que tener en cuenta que la dureza de carreras de Ingeniería y Arquitectura suele traducirse en un menor rendimiento. De hecho, la Xunta les exige a su alumnado menos nota para los premios de fin de carrera. A la vez, esos estudios suelen ir asociados a más abandono en general. No obstante, el comportamiento de este indicador también difiere en función de contar o no con beca: la tasa de abandono es de un 16,1% entre no becarios y de 11,9% entre becarios, 4,2 puntos menos, y esa distancia es de casi el doble en el dato estatal.
FP marca otra cifra de récord en Galicia: más de 64.500 alumnos
Una cuarta parte de los gallegos con entre 25 y 64 años estudiaron algún ciclo de FP, incluida la básica, lo que supone más de 368.000 personas, según el Observatorio de la Formación Profesional de Caixabank Dualiza. Ese número seguirá creciendo, si se tiene en cuenta que estos estudios han vuelto a marcar otro “récord” de inscritos, según informó ayer el conselleiro de Educación, Román Rodríguez, en una intervención a petición propia ante el Parlamento para informar del arranque del curso no universitario. En el hemiciclo, indicó que durante este año están matriculados en algún ciclo de FP más de 64.500 alumnos. Todavía faltan unos días para cerrar las cuentas y la cifra ya es inédita hasta ahora en las aulas gallegas. La atribuyó a “la enorme confianza y el valor que estas enseñanzas tiene por su prestigio y utilidad para Galicia”. Esa situación, alega, es fruto del trabajo de la Administración autonómica a lo largo de los últimos quince años, ahora “potenciado”, aseguró, con el Plan Conecta FP. En ese contexto, enarboló como otra muestra de lo “prioritarios” que considera la Xunta este tipo de estudios, cuya matrícula creció un 86 por ciento más que en el curso 2008-09 y un 6 por ciento con respecto a un año atrás, el nuevo programa InnovaTech FP. El conselleiro aludió, por otra parte, a la “total normalidad” con la que está discurriendo el curso tras la vuelta a las aulas el pasado día 11 de septiembre. En esa valoración incluyó la “buena convivencia” en colegios e institutos. No obstante, la Xunta anunció hace varios años que abordaría el fenómeno del acoso y del ciberacoso en las aulas a través de un plan específico y este otoño, según anunció ayer el conselleiro, se presentará el Plan integral contra ambas formas de bullying, dado, argumenta, que “la convivencia y la igualdad son aspectos clave para un buen desarrollo humano y personal”. Según la Estratexia de Convivencia de cara a 2025, dicho plan “reforzará y actualizará os protocolos vigentes y proporcionará las herramientas de prevención y detección de estas situaciones, así como el seguimiento individualizado del alumnado”.