“Puedes comprar una aldea española por la mitad de lo que cuesta un garaje en Londres”. Es uno de los anuncios publicados en los medios internacionales que promocionan la venta de pueblos abandonados en España. En la actualidad hay un total de 96 en el conjunto nacional que cuelgan el cartel de “Se vende”, de los que 40 están en Galicia, según la oferta del portal especializado aldeasbandonadas.com. La comunidad gallega es uno de los territorios de la España vaciada con más propiedades de este tipo a la venta: cuatro de cada diez. La fiebre que provocó el estallido de la pandemia por la compra de aldeas abandonadas, con costes muy por debajo de la hipoteca por un piso en una ciudad, ha sacado del mercado cientos de ofertas y, en consecuencia, este mercado cada vez más reducido ha provocado un aumento de los precios. En algunos casos, en más del doble.
Si hace años era habitual encontrar edificaciones y grandes extensiones de tierra en el rural en Galicia por debajo de los 50.000 euros, ahora el coste medio de las ofertas más bajas supera los 120.000. Hace años abundaban ese tipo de aldeas ganga, pero tras el estallido de la pandemia con la creciente demanda la cartera de pueblos deshabitados en venta prácticamente se ha agotado. E incluso hay propietarios que una vez la inmobiliaria cierra la operación con un potencial comprador frustran la firma de la venta porque sobre la marcha deciden elevar el precio.
La mayoría de los pueblos abandonados que están a la venta proceden de herencias. Segundas generaciones que quieren deshacerse del patrimonio del abuelo fallecido, bien porque no residen en Galicia o porque no tienen previsto afincarse en la aldea o necesitan dinero.
El perfil del comprador ha variado y los ciudadanos extranjeros ya no protagonizan el grueso de las operaciones. “Hoy la principal demanda es nacional”, apunta Fafian. “Tanto particulares, como empresas. Hay cada vez más gente –detalla– que quiere salir de las grandes ciudades y huir al campo. Busca huir del calor de comunidades como Andalucía, Madrid o Cataluña”. Pero además de potenciales compradores andaluces, madrileños y catalanes también hay un repunte de gallegos que quieren asentarse en esos pueblos deshabitados. “Estamos viendo a cada vez más jóvenes de entre 35 y 40 años, con hijos, que buscan este tipo de propiedades. De cada diez visitas, una responde a este perfil”, explica Fafian, que atribuye esta emergente demanda por los elevados precios de las viviendas en las ciudades y el interés de por un entorno abierto.
“Los precios han crecido porque hay mucha demanda. La gente, además, ha subido el listón de la compra. Ahora las búsquedas se centran en aldeas abandonadas de 200.000 a 300.000 euros”
Desde Aldeas Abandonadas, detallan también que en la actualidad se ha potenciado la venta parcial de este tipo de propiedades. Es decir, aldeas abandonadas que se venden a varios compradores, bien a varias empresas o varias familias, ya tengan vínculo entre ellas o no tengan relación alguna. “El dueño vende la propiedad completa, pero en vez de hacerlo a un solo comprador, lo hace a varios”, explica Fafian, al tiempo que destaca que son cada vez más los compradores que cierran la compra por teléfono, sin tan siquiera ver la propiedad debido a la escasa oferta.
“No quieren arriesgarse a perder esa propiedad –apunta– y ya la adquieren con tan solo haberla visto en fotos”. Este año, ya se han cerrado cuatro ventas en Galicia sin que sus nuevos propietarios hayan pisado la aldea en la que se van asentar con su familia o su negocio.