Galicia lidera por tercer año consecutivo el consumo de antidepresivos en todo el Estado. No es casualidad, según los expertos, que esté a la cabeza en el recurso a estos fármacos, seguida muy de cerca por Asturias, a la que tomó la delantera en 2020. Ambas comunidades tienen en común el ser las más envejecidas de España y ese sería un factor determinante en el impulso al alza, casi sin interrupción desde el año 2010 conforme a los datos recogidos por el Ministerio de Sanidad, de este tipo de medicamentos.
Así lo señala Manuel Rodríguez Piñeiro, médico de Atención Primaria y vicepresidente primero del Colexio Oficial de Médicos de Pontevedra, quien incide en que Galicia tiene una población “muy envejecida que demanda, por su situación tanto social, como económica como de todo tipo, una cantidad de asistencia sanitaria más psicológica y psiquiátrica que el resto de los habitantes, aparte de que la propia edad requiere más medicación”. “Necesita vivir un poco feliz”, sostiene.
En concreto, los últimos datos recopilados por el Gobierno central, correspondientes a 2022, cifran el consumo en Galicia en 146,78 dosis diarias por mil habitantes, lo que supone casi la mitad más que la referencia estatal –situada en 98,81– y prácticamente un 60 por ciento más en comparación con una década atrás.
Pese a que las autoridades comienzan a poner de moda el concepto de envejecimiento activo, para subrayar los beneficios derivados del incremento en la esperanza de vida, en la realidad, los mayores gallegos no son tan activos todavía, o no tienen los medios para serlo, muchos de ellos se encuentran solos y todo ello se compensa desde las consultas con medicación, explica este especialista en medicina familiar y comunitaria. “Es difícil encontrar a una persona mayor que no tome un ansiolítico o un antidepresivo”, reconoce, “la gente está triste y al sentirse sola hay una tendencia a la depresión de manera clara”.
Los mayores, explica este experto, dejan de trabajar y, en muchos casos, de tener vida social. Manuel Rodríguez apunta, por ejemplo, que en los lugares más pequeños, con pocos vecinos, viven en casas que se le han quedado grandes y sus hijos los visitan, si los tienen y si lo hacen, cada varias semanas unas horas. Y ocurre también, advierte, en las ciudades, donde los concellos en algún caso hasta recurren a servicios de voluntariado para acompañarlos.
“Pero la persona sale una hora o dos al día y el resto del tiempo está sola, viendo la televisión, porque muchos no tienen hábito lector, y la televisión los entretiene el tiempo que los entretiene”
Son muchos los mayores que viven solos, insiste, y que además carecen de un círculo social. “Esto influye en la gran demanda que hay de estos fármacos y al mismo tiempo el médico de cabecera se ve obligado a usarlos”, señala. A su juicio, tendría que haber “muchos centros especializados para atender a esos colectivos y no los hay”.
Lo ideal sería “reubicar” los centros de día y “posiblemente”, añade, “enfocarlos de otra manera”. La gente mayor, sostiene, carece de un lugar en el que ir a departir con los amigos y, además, en la actualidad, padece “un estrés mayor, derivado de tener que atender a sus nietos”, y eso resulta “todavía peor”.
Un informe del Gobierno indica que el trastorno de depresión se va incrementando con la edad y la Xunta reconoce en los mayores un colectivo “de especial riesgo” para el padecimiento mental. Además, el plan gallego de prevención del suicidio recoge cómo las tasas de este fenómeno aumentan con los años. De hecho, el colectivo de mayores acapara casi cuatro de cada diez vidas –129 de 337– perdidas por esa razón a lo largo de 2021 en Galicia, según datos provisionales del Instituto Galego de Estatística, a pesar de que solo suponen una cuarta parte de los gallegos. El Sergas indica que los detonantes se vinculan a la soledad y a cambios negativos en el estado físico y de salud y que la principal dolencia asociada es la depresión.
Pero los mayores no son los únicos que se sienten sobrepasados por el peso de la vida, admite Rodríguez. “También vemos un incremento claro en la gente más joven por la situación de estrés que vive en este momento”, indica el facultativo, quien lo asocia a que las personas encuentran su primer trabajo tarde y les cuesta mantenerlo. “La situación no es fácil”, concede. Al final, señala, la gente acude a su médico de cabecera y este lo que “tiene a su alcance”, dice, “es la farmacopea y la utiliza”.
La Encuesta europea de salud (2020) estima que unos 200.000 gallegos sufren de depresión crónica y que unos 76.000 sufren un cuadro depresivo mayor. Estas últimas en su inmensa mayoría –ocho de cada diez– son mujeres, cuya esperanza de vida es mayor y que por esa misma razón viven más solas.
Mientras el consumo de antidepresivos sigue una tendencia al alza, la dispensación de sustancias hipnóticas y sedantes, destinadas a facilitar el sueño o a relajarse, ha experimentado por primera vez en una década una contracción en Galicia. Así lo revelan los datos del Ministerio de Sanidad, que sitúa la dosis diaria por mil habitantes en 42,32 durante el pasado año, primer indicio a la baja desde los 42,54 de un ejercicio atrás. Con todo, la cifra se sitúa casi en un 47 por ciento más que en 2012 y es un 20 por ciento superior a la recogida para el conjunto autonómico, situada en 35,21 dosis.
La ansiedad, según los psicólogos, es uno de los motivos por los que los gallegos más acuden a sus consultas. Después de la pandemia, en general, se disparó la búsqueda de ayuda por problemas vinculados a la salud mental. De hecho, el Sergas diseñó su plan específico para este ámbito entre 2020 y 2024 con el objetivo de prevenir la aparición de estos problemas y detectarlos precozmente en la población en un contexto en el que se estima, como referencia el documento, que el 20 por ciento de los habitantes residentes en sociedades industrializadas experimentará algún trastorno mental a lo largo de su vida. El plan también recoge cómo en la última encuesta específica en España sobre salud mental un 16,2 por ciento de los gallegos declaró haber padecido algún trastorno en el último año.