Estudiantes en prácticas no remuneradas: “Iba en coche a diario, se gasta mucho dinero”

Los universitarios reconocen que la experiencia es positiva, pero lamentan que no se les pague por su trabajo

Clase práctica nun laboratorio da Facultade de Óptica e Optometría da Universidade de Santiago.

Clase práctica nun laboratorio da Facultade de Óptica e Optometría da Universidade de Santiago. / SANTI ALVITE

Belén Teiga

“Iba y venía al hospital en mi coche a diario. Imagina eso todo un curso entero de prácticas. Al final, se gasta mucho dinero”. La que habla es Ana Álvarez, estudiante de último curso del grado en Enfermería, que terminó su período práctico este mes en una universidad gallega.

Su situación es similar a la de miles de estudiantes de toda Galicia, cuyas prácticas no solo no son remuneradas, sino que suponen gastos de desplazamiento o material para los que no reciben ninguna ayuda económica. “A las enfermeras contratadas les dan dos uniformes, a nosotras no nos dan nada. Tenemos que comprar los uniformes y los zuecos. Tampoco nos lavan la ropa en el hospital”, relata la joven sobre su experiencia.

“Para llegar a la empresa tenía que desplazarme en mi coche 12 kilómetros, un recorrido que hacía cuatro veces al día, lo que supuso un gran desembolso y sin tener ninguna compensación tampoco”, cuenta María Díaz (nombre ficticio) sobre las prácticas que hizo unos meses atrás en la carrera de Biología. Distancia parecida recorrió Antía Alonso durante uno de sus dos periodos de prácticas obligatorios en la carrera de Maestra en Educación Primaria, donde se tenía que desplazar a una localidad cercana, unos 10 kilómetros, para acudir al centro educativo donde completaba su formación universitaria.

Sobre los estudiantes en prácticas y los becarios hay pocos datos públicos. Apenas unos cuantos informes llevados a cabo por la Comisión Europea analizan la situación de estos jóvenes en todo el territorio comunitario, sin aportar apenas cifras. Según los últimos datos del Ministerio de Universidades, correspondientes al curso 2021-2022, en Galicia hay 49.797 estudiantes matriculados en las universidades públicas. Y son numerosos los grados, como Medicina, Magisterio de Infantil o Primaria, Odontología o Ciencias de la Actividad y el Deporte, en los que las prácticas tienen un carácter obligatorio para poder alcanzar la titulación que se cursa.

Alonso señala que sus dos ciclos de prácticas obligatorios “fueron muy positivos y necesarios a la hora de poder comparar los aspectos teóricos que ves en la carrera con la realidad y así poder identificar situaciones o problemas”, pero insiste en que “es un trabajo que nadie te paga”. “Estaba en el colegio de lunes a viernes de 9.00 a 14.30 horas, pero por las tardes cuando tenía que organizar clases o actividades, tenía que prepararlo fuera de lo que era el horario. Además, los materiales que hacía, las fotocopias, todo salía de mi propio bolsillo”, sentencia la joven.

Por su parte, Álvarez explica que en cuarto de carrera las futuras enfermeras tienen ocho meses de formación en centros sanitarios. “Son 2.300 horas prácticas obligatorias en toda la carrera. No cobramos ninguna, ni siquiera los turnos de noche por los que las enfermeras cobran un plus”, subraya. La estudiante hace hincapié también en la formación recibida en el hospital, ya que “en algunas plantas pasan de ti, te hacen sentir que tienes que hacer el mismo trabajo que las enfermeras, cuando al final tu no estás contratada y no tienes que tener las mismas responsabilidades”.

El Estatuto del Becario, que el Ministerio de Trabajo se encuentra ultimando, pretende que, a partir del próximo mes de octubre, las horas de prácticas, tanto las remuneradas como por las que no se percibe ningún incentivo económico, coticen en la Seguridad Social. Con todo, en ningún caso se prevé la obligatoriedad de una retribución económica mínima como demandan muchos estudiantes y recién graduados que se encuentran en esta situación.

Este nueva normativa también impondrá otros criterios que no existen hasta el momento, como establecer el número máximo de becarios o personas en prácticas en la plantilla. Así, a partir de su puesta en funcionamiento, los jóvenes con este tipo de régimen no podrán superar el 20% del equipo de trabajo, es decir, en una empresa que cuente con diez trabajadores podrá haber solo dos personas en período de prácticas.

También considera haber tenido una carga que no le correspondía la joven bióloga. Díaz relata que “desde el primer día” se dio cuenta que la responsabilidad no era la adecuada a una persona que estaba realizando las prácticas del grado. “Puedo destacar las cinco clases de surf, diez horas, que tuve que impartir sin formación previa y sin relación alguna con mis estudios vigilando a un grupo de menores en malas condiciones climatológicas”.

En cuanto a responsabilidades, situación diferente era la Carlota Diéguez (nombre ficticio), que realizó sus prácticas curriculares en un estudio de animación. “Se ponía mucha atención en mí y en lo que estaba haciendo, algo que muchas veces no pasa, porque parece que se trabaja para que otro no lo esté haciendo”, manifiesta. A pesar de estar contenta con el trabajo que realizaba, reconoce que “la gran mayoría de veces hacía más horas de las acordadas, bien para perfeccionar cosas o para poder llegar a las entregas semanales que me proponían en la empresa”.

Diéguez, que teletrabajó desde su casa durante los meses que duraron sus prácticas, explica que hacía la misma jornada laboral que cualquier asalariado, siete horas, pero tenía ninguna compensación económica por ello. “Había días que me pesaba el ir a trabajar porque me preguntaba: ¿aprecian lo que estoy haciendo?”, recuerda.